Historia de uno que hizo un viaje para saber lo que era miedo


こわがることをおぼえるために旅にでた若者


Un labrador tenía dos hijos, el mayor de los cuales era muy listo y entendido, y sabía muy bien a qué atenerse en todo, pero el menor era tonto y no entendía ni aprendía nada, y cuando le veían las gentes decían: "Trabajo tiene su padre con él." Cuando había algo que hacer, tenía siempre que mandárselo al mayor, pero si su padre le mandaba algo siendo de noche, o le enviaba al oscurecer cerca del cementerio, o siendo ya oscuro al camino o cualquier otro lugar sombrío, le contestaba siempre: "¡Oh!, no, padre, yo no voy allí: ¡tengo miedo! Pues era muy miedoso." Si por la noche referían algún cuento alrededor de la lumbre, en particular si era de espectros y fantasmas, decían todos los que le oían: "¡Qué miedo!" Pero el menor, que estaba en un rincón escuchándolos no podía comprender lo que querían decir: "Siempre dicen ¡miedo, miedo!, yo no sé lo que es miedo: ese debe ser algún oficio del que no entiendo una palabra."
Mas un día le dijo su padre: "Oye tú, el que está en el rincón: ya eres hombre y tienes fuerzas bastantes para aprender algo con que ganarte la vida. Bien ves cuánto trabaja tu hermano, pero tú no haces más que perder el tiempo." - "¡Ay padre!" le contestó, "yo aprendería algo de buena gana, y sobre todo quisiera aprender lo que es miedo, pues de lo contrario no quiero saber nada." Su hermano mayor se echó a reír al oírle, y dijo para sí: ¡Dios mío, qué tonto es mi hermano! nunca llegará a ganarse el sustento. Su padre suspiró y le contestó: "Ya sabrás lo que es miedo: mas no por eso te ganarás la vida."
Poco después fue el sacristán de visita, y le refirió el padre lo que pasaba, diciéndole cómo su hijo menor se daba tan mala maña para todo y que no sabía ni aprendía nada. "¿Podréis creer que cuando le he preguntado si quería aprender algo para ganarse su vida, me contestó que solo quería saber lo que es miedo?" - "Si no es más que eso," le respondió el sacristán, "yo se lo enseñaré: enviádmele a mi casa, y no tardará en saberlo." El padre se alegró mucho, pues pensó entre sí: Ahora quedará un poco menos orgulloso. El sacristán se le llevó a su casa para enviarle a tocar las campanas. A los dos días le despertó a media noche, le mandó levantarse, subir al campanario y tocar las campanas. Ahora sabrás lo que es miedo, dijo para sí. Salió tras él, y cuando el joven estaba en lo alto del campanario, e iba a coger la cuerda de la campana, se puso en medio de la escalera, frente a la puerta, envuelto en una sábana blanca. "¿Quién está ahí?" preguntó el joven. Pero la fantasma no contestó ni se movió. "Responde, o te hago volver por donde has venido, tú no tienes nada que hacer aquí a estas horas de la noche." Pero el sacristán continuó inmóvil, para que el joven creyese que era un espectro. El joven le preguntó por segunda: "¿Quién eres? habla, si eres un hombre honrado, o si no te hago rodar por la escalera abajo." El sacristán creyó que no haría lo que decía y estuvo sin respirar como si fuese de piedra. Entonces le preguntó el joven por tercera vez, y como estaba ya incomodado, dio un salto y echó a rodar al espectro por la escalera abajo de modo que rodó diez escalones y fue a parar a un rincón. En seguida tocó las campanas, y se fue a su casa, se acostó sin decir una palabra y se durmió. La mujer del sacristán esperó un largo rato a su marido; pero no volvía. Llena entonces de recelo, llamó al joven y le preguntó: "¿No sabes dónde se ha quedado mi marido? ha subido a la torre detrás de ti." - "No," contestó el joven, "pero allí había uno en la escalera frente a la puerta, y como no ha querido decirme palabra ni marcharse, he creído que iba a burlarse de mí y le he tirado por la escalera abajo. Id allí y veréis si es él, pues lo sentiría." La mujer fue corriendo; y halló a su marido que estaba en un rincón y se quejaba porque tenía una pierna rota.
Se le llevó en seguida a su casa y fue corriendo a la del padre del joven. "Vuestro hijo," exclamó, "me ha causado una desgracia muy grande, ha tirado a mi marido por las escaleras y le ha roto una pierna; ese es el pago que nos ha dado el bribón." Su padre se asustó, fue corriendo y llamó al joven. "¿Qué mal pensamiento te ha dado para hacer esa picardía?" - "Padre," le contestó, "escuchadme, pues estoy inocente. Era de noche y estaba allí como un alma del otro mundo. Ignoraba quién era, y le he mandado tres veces hablar o marcharse." - "¡Ay!" replicó su padre, "solo me ocasionas disgustos: vete de mi presencia, no quiero volverte a ver más." - "Bien, padre con mucho gusto, pero esperad a que sea de día, yo iré y sabré lo que es miedo, así aprenderé un oficio con que poderme mantener." - "Aprende lo que quieras," le dijo su padre, "todo me es indiferente. Ahí tienes cinco duros para que no te falte por ahora que comer, márchate y no digas a nadie de dónde eres, ni quién es tu padre, para que no tenga que avergonzarme de ti." - "Bien, padre, haré lo que queréis, no tengáis cuidado por mí."
Como era ya de día se quedó el joven con sus cinco duros en el bolsillo, y echó a andar por el camino real, diciendo constantemente: "¿Quién me enseña lo que es miedo? ¿Quién me enseña lo que es miedo?" Entonces encontró un hombre que oyó las palabras que decía el joven para sí, y cuando se hubieron alejado un poco hacia un sitio que se veía una horca, le dijo: "Mira, allí hay siete pobres a los que por sus muchos pecados han echado de la tierra y no quieren recibir en el cielo; por eso ves que están aprendiendo a volar; ponte debajo de ellos, espera a que sea de noche, y sabrás lo que es miedo." - "Si no es más que eso," dijo el joven, "lo haré con facilidad; pero no dejes de enseñarme lo que es miedo y te daré mis cinco duros; vuelve a verme por la mañana temprano." Entonces fue el joven a donde estaba la horca, se puso debajo y esperó a que fuera de noche, y como tenía frío encendió lumbre; pero a media noche era el aire tan frío que no le servía de nada la lumbre; y como al aire hacía moverse a los cadáveres y chocar entre sí, creyó que teniendo frío él que estaba al lado del fuego, mucho más debían tener los que estaban más lejos, por lo que procuraban reunirse para calentarse, y como era muy compasivo, cogió la escalera, subió y los descolgó uno tras otro hasta que bajó a todos siete. En seguida puso más leña en el fuego, sopló y los colocó alrededor para que se pudiesen calentar. Pero como no se movían y la lumbre no hacía ningún efecto en sus cuerpos, les dijo: "Mirad lo que hacéis, porque si no vuelvo a colgaros." Pero los muertos no le oían, callaban y continuaban sin hacer movimiento alguno. Incomodado, les dijo entonces: "Ya que no queréis hacerme caso, después que me he propuesto ayudaros, no quiero que os calentéis más." Y los volvió a colgar uno tras otro. Entonces se echó al lado del fuego y se durmió, y a la mañana siguiente cuando vino el hombre, quería que le diese los cinco duros; pues le dijo: "¿Ahora ya sabrás lo que es miedo?" - "No," respondió, "¿por qué lo he de saber? Los que están ahí arriba tienen la boca bien cerrada, y son tan tontos, que no quieren ni aun calentarse." Entonces vio el hombre que no estaba el dinero para él y se marchó diciendo: "Con este no me ha ido muy bien."
El joven continuó su camino y comenzó otra vez a decir: "¿Quién me enseñará lo que es miedo? ¿quién me enseñará lo que es miedo?" Oyéndolo un carretero que iba tras él, le preguntó: "¿Quién eres?" - "No lo sé," le contestó el joven. "¿De dónde eres?" continuó preguntándole el carretero. "No lo sé." - "¿Quién es tu padre?" - "No puedo decirlo." - "¿En qué vas pensando?" - "¡Ah!" respondió el joven, "quisiera encontrar quien me enseñase lo que es miedo, pero nadie quiere enseñármelo." - "No digas tonterías," replicó el carretero, "ven conmigo, ven conmigo, y veré si puedo conseguirlo." El joven continuó caminando con el carretero y por la noche llegaron a una posada, donde determinaron quedarse. Pero apenas llegó a la puerta, comenzó a decir en alta voz: "¿Quién me enseña lo que es miedo? ¿quién me enseña lo que es miedo?" El posadero al oírle se echó a reír diciendo: "Si quieres saberlo; aquí te se presentará una buena ocasión." - "Calla," le dijo la posadera, "muchos temerarios han perdido ya la vida, y sería lástima que esos hermosos ojos no volvieran a ver la luz más." Pero el joven la contestó: "Aunque me sucediera otra cosa peor, quisiera saberlo, pues ese es el motivo de mi viaje." No dejó descansar a nadie en la posada hasta que le dijeron que no lejos de allí había un castillo arruinado, donde podría saber lo que era miedo con solo pasar en él tres noches. El rey había ofrecido por mujer a su hija, que era la doncella más hermosa que había visto el sol, al que quisiese hacer la prueba. En el castillo había grandes tesoros, ocultos que estaban guardados por los malos espíritus, los cuales se descubrían entonces, y eran suficientes para hacer rico a un pobre. A la mañana siguiente se presentó el joven al rey, diciéndole que si se lo permitía pasaría tres noches en el castillo arruinado. El rey le miró y como le agradase, le dijo: "Puedes llevar contigo tres cosas, con tal que no tengan vida, para quedarte en el castillo." El joven le contestó: "Pues bien, concededme llevar leña para hacer lumbre, un torno y un tajo con su cuchilla."
El rey le dio todo lo que había pedido. En cuanto fue de noche entró el joven en el castillo, encendió en una sala un hermoso fuego, puso al lado el tajo con el cuchillo, y se sentó en el torno. "¡Ah! ¡si me enseñaran lo que es miedo!" dijo, "pero aquí tampoco lo aprenderé." Hacia media noche se puso a atizar el fuego y cuando estaba soplando oyó de repente decir en un rincón: "¡Miau!, ¡miau! ¡frío tenemos!" - "Locos," exclamó, "¿por qué gritáis? si tenéis frío, venid, sentaos a la lumbre, y calentaos." Y apenas hubo dicho esto, vio dos hermosos gatos negros, que se pusieron a su lado y le miraban con sus ojos de fuego; al poco rato, en cuanto se hubieron calentado, dijeron: "Camarada, ¿quieres jugar con nosotros a las cartas?" - "¿Por qué no?" les contestó, "pero enseñadme primero las patas." - "Entonces extendieron sus manos." - "¡Ah!" les dijo, "¡qué uñas tan largas tenéis!, aguardad a que os las corte primero." Entonces los cogió por los pies, los puso en el tajo y los aseguró bien por las patas. "Ya os he visto las uñas," les dijo, "ahora no tengo ganas de jugar." Los mató y los tiró al agua. Pero a poco de haberlos tirado, iba a sentarse a la lumbre, cuando salieron de todos los rincones y rendijas una multitud de gatos y perros negros con cadenas de fuego; eran tantos en número que no se podían contar; gritaban horriblemente, rodeaban la lumbre, tiraban de él y le querían arañar. Los miró un rato con la mayor tranquilidad, y así que se incomodó cogió su cuchillo, exclamando: "Marchaos, canalla." Y se dirigió hacia ellos. Una parte escapó y a la otra la mató y la echó al estanque. En cuanto concluyó su tarea se puso a soplar la lumbre y volvió a calentarse. Y apenas estuvo sentado, comenzaron a cerrársele los ojos y tuvo ganas de dormir. Miró a su alrededor, y vio en un rincón una hermosa cama. "Me viene muy bien," dijo. Y se echó en ella. Pero cuando iban a cerrársele los ojos, comenzó a andar la cama por sí misma y a dar vueltas alrededor del cuarto. "Tanto mejor," dijo, "tanto mejor." Y la cama continuó corriendo por los suelos y escaleras como si tiraran de ella seis caballos. Mas de repente cayó, quedándose él debajo y sintiendo un peso como si tuviera una montaña encima.
Pero levantó las colchas y almohadas y se puso en pie diciendo: "No tengo ganas de andar." Se sentó junto al fuego y se durmió hasta el otro día. El rey vino a la mañana siguiente, y como le vio caído en el suelo creyó que los espectros habían dado fin con él y que estaba muerto. Entonces dijo: "¡Qué lastima de hombre! ¡tan buen mozo!" El joven al oírle, se levantó y le contestó: "Aún no hay por qué tenerme lástima." El rey, admirado, le preguntó cómo le había ido. "Muy bien," le respondió, "ya ha pasado una noche, las otras dos vendrán y pasarán también." Cuando volvió a la casa le miró asombrado el posadero: "Temía," dijo, "no volverte a ver vivo; ¿sabes ya lo que es miedo?" - "No," contestó, "todo es inútil, si no hay alguien que quiera enseñármelo."
A la segunda noche fue de nuevo al castillo, se sentó a la lumbre, y comenzó su vieja canción: "¿Quién me enseña lo que es miedo?" A la media noche comenzaron a oírse ruidos y golpes, primero débiles, después más fuertes, y por último cayó por la chimenea con mucho ruido la mitad de un hombre, quedándose delante de él. "Hola," exclamó, "todavía falta el otro medio, esto es muy poco." Entonces comenzó el ruido de nuevo: parecía que tronaba, y se venía el castillo abajo y cayó la otra mitad. "Espera," le dijo, "encenderé un poco el fuego." Apenas hubo concluido y miró a su alrededor, vio que se habían unido las dos partes, y que un hombre muy horrible se había sentado en su puesto. "Nosotros no hemos apostado," dijo el joven, "el banco es mío." El hombre no le quiso dejar sentar, pero el joven le levantó con todas sus fuerzas y se puso de nuevo en su lugar. Entonces cayeron otros hombres uno después de otro, que cogieron nueve huesos y dos calaveras y se pusieron a jugar a los bolos. El joven, alegrándose, les dijo: "¿Puedo ser de la partida?" - "Sí, si tienes dinero." - "Y bastante," les contestó, "pero vuestras bolas no son bien redondas." Entonces cogió una calavera, la puso en el torno y la redondeó. "Así están mejor," les dijo, "ahora vamos." Jugó con ellos y perdió algún dinero; mas en cuanto dieron las doce todo desapareció de sus ojos. Se echó y durmió con la mayor tranquilidad. A la mañana siguiente fue el rey a informarse. "¿Cómo lo has pasado?" le preguntó. "He jugado y perdido un par de pesetas," le contestó. "¿No has tenido miedo?" - "Por el contrario, me he divertido mucho. ¡Ojalá supiera lo que es miedo!"
A la tercera noche se sentó de nuevo en su banco y dijo incomodado: "¿Cuándo sabré lo que es miedo?" En cuanto comenzó a hacerse tarde se le presentaron seis hombres muy altos que traían una caja de muerto. "¡Ay!" les dijo, "este es de seguro mi primo, que ha muerto hace un par de días." Hizo señal con la mano y dijo: "Ven, primito, ven." Pusieron el ataúd en el suelo, se acercó a él y levantó la tapa; había un cadáver dentro. Le tentó la cara, pero estaba fría como el hielo. "Espera," dijo, "te calentaré un poco." Fue al fuego, calentó su mano, y se la puso en el rostro, pero el muerto permaneció frío. Entonces le cogió en brazos, le llevó a la lumbre y le puso encima de sí y le frotó los brazos para que la sangre se le pusiese de nuevo en movimiento. Como no conseguía nada, se le ocurrió de pronto: "Si me meto con él en la cama, se calentará." Se llevó al muerto a la cama, le tapó y se echó a un lado. Al poco tiempo estaba el muerto caliente y comenzó a moverse. Entonces, dijo el joven: "Mira, hermanito, ya te he calentado." Pero el muerto se levantó diciendo: "Ahora quiero estrangularte." - "¡Hola!" le contestó, "¿son esas las gracias que me das? ¡Pronto volverás a tu caja!" Le cogió, le metió dentro de ella y cerró; entonces volvieron los seis hombres y se le llevaron de allí. "No me asustarán, dijo; aquí no aprendo yo a ganarme la vida."
Entonces entró un hombre que era más alto que los otros y tenía un aspecto horrible, pero era viejo y tenía una larga barba blanca. "¡Ah, malvado, pronto sabrás lo que es miedo, pues vas a morir!" - "No tan pronto," contestó el joven. "Yo te quiero matar," dijo el hechicero. "Poco a poco, eso no se hace tan fácilmente, yo soy tan fuerte como tú y mucho más todavía." - "Eso lo veremos," dijo el anciano, "ven, probaremos." Entonces le condujo a un corredor muy oscuro, junto a una fragua, cogió un hacha y dio en un yunque, que metió de un golpe en la tierra. "Eso lo hago yo mucho mejor," dijo el joven. Y se dirigió a otro yunque; el anciano se puso a su lado para verle, y su barba tocaba en la bigornia. Entonces cogió el joven el hacha, abrió el yunque de un golpe y clavó dentro la barba del anciano. "Ya eres mío," le dijo, "ahora morirás tú." Entonces cogió una barra de hierro y comenzó a pegar con ella al anciano hasta que comenzó a quejarse y le ofreció, si le dejaba libre, darle grandes riquezas. El joven soltó el hacha y le dejó en libertad. El anciano le condujo de nuevo al castillo y le enseñó tres cofres llenos de oro, que había en una cueva. "Una parte es de los pobre, la otra del rey y la tercera tuya." Entonces dieron las doce y desapareció el espíritu, quedando el joven en la oscuridad. "Yo me las arreglaré," dijo. Empezó a andar a tientas, encontró el camino del cuarto y durmió allí junto a la lumbre. A la mañana siguiente volvió el rey y le dijo: "Ahora ya sabrás lo que es miedo." - "No," le contestó, "no lo sé; aquí ha estado mi primo muerto y un hombre barbudo que me ha enseñado mucho dinero, pero no ha podido enseñarme lo que es miedo." Entonces le dijo el rey: "Tú has desencantado el castillo y te casarás con mi hija." - "Todo eso está bien," le contestó, "pero sin embargo, aún no sé lo que es miedo."
Entonces sacaron todo el oro de allí y celebraron las bodas, pero el joven rey, aunque amaba mucho a su esposa y estaba muy contento, no dejaba de decir: "¿Quién me enseñará lo que es miedo? ¿quién me enseñará?" Esto disgustó al fin a su esposa y dijo a sus doncellas: "Voy a procurar enseñarle lo que es miedo." Fue al arroyo que corría por el jardín y mandó traer un cubo entero lleno de peces. Por la noche cuando dormía el joven rey, levantó su esposa la ropa y puso el cubo lleno de agua encima de él, de manera que los peces al saltar, dejaban caer algunas gotas de agua. Entonces despertó diciendo: "¡Ah! ¿quién me asusta? ¿quién me asusta, querida esposa? Ahora sé ya lo que es miedo."
ある父親に息子が二人いました。兄は賢くて気が利き、何でも出来ましたが、弟はまぬけで、何も習い覚えないし何もわかりませんでした。人々は弟を見ると、「父親に厄介をかけそうなやつがいる。」と言いました。何かしなければならないことがあると、それをやらされるのはいつも兄でしたが、しかし、時間が遅いとか夜に、道が墓地や他の陰気な場所を通るときに、父親が何かとってくるようにいいつけると、「えっ、嫌だよ、お父さん、そこには行かないよ。ぞっとするもの。」と答えました。兄は怖かったからです。また、夜に暖炉のそばで気味の悪い話がされると、聞いている人たちが時々「ええっ、ぞっとするよ。」と言いました。弟はすみに座って、他の人たちと一緒に聞き、どういうことを言ってるのかわかりませんでした。「いつも『ぞっとする、ぞっとする、ぞっとしない』と言ってるな。それも僕がわからない技にちがいない。」と弟は考えました。
さて、ある日、父親が弟に「よく聞けよ、そこのすみのやつ、お前は大きくなって力もでてきた。お前も自分で食っていく何かを習わなくちゃな。見てみろ、お前の兄はしっかり働いている。だが、お前はこれっぽちも稼がないんだからな。」と言いました。「それでね、お父さん」と弟は答えました。「何かを習いたい気はうんとあるんだ。本当に、もしやれるなら、ぞっとする方法を習いたいんだ。まだそれが全然わからないんだよ。」兄はこれを聞くと笑い、「おやおや、弟のやつ、何て間抜けなんだ。あいつは生きてる間ずっとろくでなしだろうなあ。鎌になりたきゃ早いうちに曲がらなくてはいけない、というもんな。」と心の中で思いました。父親はため息をつき、「ぞっとすることがなにかじきにおぼえるだろうが、それでは食えないだろうよ。」と答えました。
このあとまもなく、寺男がその家に訪ねてきて、父親が困っていることを嘆いて話し、下の息子は何事にもとても遅れていて何も知らないし、何も覚えないんだ、と言いました。「考えてもみてよ。私があの子に、どうやって食っていくんだ、と聞いたら、あいつときたらぞっとすることをならいたいとまじめに言ったんですよ。」「それだけなら」と寺男は答えました。「うちで覚えられますよ。わたしのところへよこしてください。すぐに磨きをかけてあげますよ。」父親は喜んでそうしました。というのは「少しあいつの訓練になるだろう」と思ったからです。
それで寺男は下の息子を家へ連れて行き、教会の鐘を鳴らさせました。一日か二日後、寺男は真夜中にこの若者を起こし、起きて教会の塔に上り、鐘を鳴らしてこいと言いました。(まもなくぞっとすることは何か覚えさせてやるぞ)と考えて、こっそり若者より前にそこに行きました。そして若者が塔の一番上にきて、向きを変え、鐘の綱を握ろうとしたとき、音がでる穴の向い側の階段に白い人影が立っているのが見えました。「そこにいるのは誰だ?」と若者は叫びましたが、その人影は返事もしなければぴくりとも動きませんでした。「返事をしろ。さもないと失せろ。お前は夜ここに用はない。」と若者は叫びました。しかし、寺男は、若者に自分を幽霊だと思わせようとじっと立ったままでした。若者は二回目に、「ここに何の用だ?お前が真面目なやつなら口を言え。さもないと階段から突き落とすぞ。」と叫びました。寺男は、(口で言うほど悪いことをするつもりはないはずだ)と考え、何も言わないで、石でできているかのように立っていました。すると若者は三回目に呼びかけましたが、それも役に立たなかったので、その人影に走っていき、幽霊を階段から突き落としました。それで幽霊は10段おちて、すみに転がったままになりました。そのあと、若者は鐘を鳴らし、家に帰り、一言も言わずベッドに寝て、眠ってしまいました。
寺男の妻は長い時間夫を待っていましたが、戻ってきませんでした。とうとう不安になって、若者を起こし、「うちのだんなを知らないかい?お前の前に塔に上って行ったんだが。」と尋ねました。「ええ、しりませんよ。だけど、階段の向こう側の音出し穴のそばに誰か立っていました。それで返事もしないし、立ち去らないので、悪者だと思って階段から下につき落としました。そこに行ってみてください。そうすればだんなさんだったかどうかわかります。もしそうだったらすみません。」と若者は答えました。女は走っていき、夫をみつけましたが、すみに呻きながらころがっていて、脚が一本おれていました。
妻は夫を運び下ろし、それから大声で喚きながら、若者の父親のところへ急ぎました。「おたくの子が」と妻は叫びました。「大変なことをやってくれましたよ。うちのだんなを階段から突き落として、だんなの脚を折ったんですからね!あのろくでなしを家からひきとっておくれ。」父親はびっくりして、そこへ駆けつけ息子を叱りました。「なんと悪質なことをするんだ。」と父親は言いました。「悪魔がお前の頭にふきこんだのに違いない。」「お父さん、僕のいうことを聞いて。ぼくは全然悪気がないんだ。あの人は夜に悪さをもくろんでいるやつみたいに、そこに立っていたんだ。誰だかわからなかったし、喋るか出て行けって3回言ったんだよ。」と息子は答えました。「まったくなあ」と父親は言いました。「お前にゃ、嫌な目にばかりあわされるよ。おれの目の前から消えろ。お前の顔はもう見たくない。」
「はい、お父さん、喜んで。ただ夜明けまで待ってください。そうしたら出かけて行ってぞっとする方法を覚えます。そうしたらとにかく食っていける技術を一つわかるでしょう。」「何でも好きなものを覚えろよ。おれには関係ない。ほら、50ターラーだ。これをもって広い世間に行ってみろ。どこから来たかとか、お前の父親は誰かとか誰にも言うなよ。おれはお前を恥だと思ってるんだからな。」「はい、お父さん、言う通りにします。それだけなら、簡単に覚えていられます。」
それで、夜が明けると、若者は50ターラーをポケットに入れ、大きな街道を進んで行き、「ぞっとできればなあ、ぞっとできればなあ」と独り言を言い続けいていました。すると、こんなふうに若者が自分を相手に話しているのを聞いた男が近づいて来て、もう少し歩いて首吊り台が見えたとき、「見ろよ、7人の男が、縄作りの娘と結婚した木がある。いま飛びかたを習っているんだ。その下に座って夜になるまで待ってろよ。そうしたらすぐにぞっとする方法を覚えられるよ。」と若者に言いました。「たったそれだけすればいいなら」と若者は答えました。「簡単だね。だけどそんなに早くぞっとする方法を覚えたら、50ターラーあげるよ。朝早く僕のところへ来てみてよ。」
それから若者は首吊り台に行き、その下に座り、夜になるまで待ちました。寒かったので火を燃やしましたが、真夜中に風が身を突き刺すように吹いてきて、火にあたっていても体が暖かくなりませんでした。風が首吊りの男たちをお互いにぶつけて前後に揺れたので、(下で火のそばにいても震えるんだから、きっと上にいる連中は凍えて寒いにちがいない)と思いました。その男たちを可哀そうに思ったので、はしごをかけて登って行き、次々と縄をほどき、7人全員を下に下ろしました。それから火をかきまわし、吹いて、暖まるように男たちを火のまわりにぐるりとおきました。しかし男たちはそこに座って少しも動かず、火が服に燃え移りました。それで若者は、「気をつけろよ、でないと、また吊るすからな。」と言いました。しかし、死んだ男たちには聞こえなくて、全く口をきかず、服が燃え続けるままにしておきました。これを見ると若者は腹がたってきて、「注意しないのなら、仕方がないな。僕は君たちと一緒に燃えるわけにはいかないよ。」と言って、また順番に男たちを吊るしました。それから火のそばにすわり、眠りこみました。
次の朝、男は若者のところに来ると、50ターラーをもらおうとして、「さて、ぞっとする方法をおぼえたかい?」と言いました。「いや」と若者は答えました。「知るわけがないよ。あそこの上にいる連中は口を開かなかったし、とても間抜けだったから、身につけていたふるいぼろ服を燃えるままにしておいたんだ。」それで、男はその日50ターラーを手に入れられないとわかり、「こんな若者には前にあったことがないな」と言って去って行きました。
若者はまた進んでいき、また「ああ、ぞっとできたらなあ、ああ、ぞっとできたらなあ」と一人でつぶやいていました。後ろを歩いていた荷車ひきの男がこれを聞いて、「お前さんは誰だい?」と尋ねました。「知らないよ。」と若者は答えました。すると荷車ひきは「お前さん、どこから来たんだい?」と尋ねました。「知らないよ。」「お前さんの父親は誰?」「それを言ってはいけないんだ。」「お前さんはぶつぶつ言ってばかりいるが、それは何だね?」「ああ」と若者は答えました。「僕はぞっとすることができたらいいなあと思っているんだが、誰も僕に教えられないのさ。」「お前さんのばかげたお喋りはたくさんだ。」と荷車引きは言いました。「さあ、一緒に来いよ。お前さんに場所を世話してやろう。」
若者は荷車引きと一緒に行き、夜に泊ろうと思う宿に着きました。それから部屋の入り口で、若者はまたかなり大きな声で、「ゾッとできたらなあ!ゾッとできたらなあ!」と言いました。これを聞いた宿の主人は笑って、「お客様がそういうことをお望みでしたら、ここに良い機会がございます。」と言いました。「まあ、黙ってなさいな。」とおかみが言いました。「詮索好きな人たちがもうたくさん命を落としたのよ。こんなきれいな目が二度とお日さまをおがめなくなるなんてかわいそうだわ。」しかし、若者は「どんなに大変でも、僕は習う気でいます。実はこのために旅をしているのです。」と言いました。
若者は主人にしきりにせがみ、とうとう主人は若者に話しました。「ここから遠くないところに、お化けがでる城があってね。三晩、その城で番をするだけで、だれでもとても簡単にぞっとすることを覚えられますよ。王様は、やってのける人には娘を妻にやる、と約束しましたがね。その王女様は日の下で一番美しい方ですよ。城にはまた大きな財宝があって、悪霊に守られているそうです。それでこの財宝も魔法を解かれると、貧しい男がすごい金持ちになれるという話ですよ。もうたくさんの男たちが城に入って行きましたが、まだ誰も出てきていません。」
それで次の朝、若者は王様のところへ行き、「お許しをいただければ、幽霊のでるお城で三晩見張りをしたいと思います。」と言いました。王様は若者を見て、気に入ったので、「それでは、お前が城に持っていきたいものを三つ申してみよ。しかし、それは生きていないものに限るぞ。」と言いました。それで若者は、「それでは、火と旋盤と小刀つきの切り台をお願いします。」と言いました。王様はこれらのものを昼のうちに城へ運び込ませました。
夜が近づいてくると、若者は城に行き、部屋の一つで明るい火をたき、そのそばに包丁つきまな板をおき、旋盤のそばに座りました。「あ~あ、ぞっとできたらなあ。」と若者は言いました。「だけど、ここでも無理だろうなあ。」真夜中ごろ、火をかきおこし、吹いていると、突然片隅から「アウ、ミャウ、うう寒い。」と何かが叫びました。「ばかだな。」と若者はどなりました。「何を叫んでいるんだ。寒けりゃ、来て、火のそばに座って温まりゃいいだろうが。」
そう言ったとき、二匹の大きな黒い猫がどーんとひと跳びしてやってきて、若者の両側に座り、らんらんと光る目で残忍に若者を見ました。まもなく温まると猫たちは、「トランプをしよう。」と言いました。「いいとも。」と若者は答えました。「だけど手をみせてくれよ。」それで二匹は爪をグィと出してみせました。「おやおや、なんと長い爪だ。待てよ。まず君たちの爪を切らなくちゃ。」それで若者は猫の首をつかみ、切り台に置き、足をしっかりねじでとめました。「君たちの指をみてしまった。」と若者は言いました。「それでトランプをやる気が失せたよ。」そして猫を打ち殺し、外の池に投げ捨てました。
しかし、若者がこの二匹をやっつけ終わり、また火のそばに座ろうとしたとき、熱して赤くなった鎖をつけた黒猫と黒犬があちこちの穴やすみから出てきて、どんどん増えて行き、とうとう若者は身動きできなくなりました。犬や猫たちはものすごい叫び声をあげながら、火の上にのり、引っ張ってばらばらにし、火を消そうとしました。若者はしばらく黙って見ていましたが、余りにやりすぎになったときとうとう、小刀をつかみ、「失せろ、クズども!」と叫んで、切り倒し始めました。逃げたのもありましたが、殺したのは外の池に放り込みました。
戻ってくると若者はまた火の燃え差しをあおいで、体を温めました。こうして座っていたところ、もう目を開けていられなくなって、眠気がさしてきました。それで見回すと、すみに大きなベッドが見えました。「あれはうってつけだな。」と言ってそのベッドにもぐりこみました。
ところが、目を閉じようとした瞬間、ベッドはひとりでに動き始め、城中をまわりました。「その調子だ、だが、もっと速く動け」と若者は言いました。するとベッドは、6頭だての馬がひいているかのように速く、上に下に、しきいや階段を乗り越え、進み続けましたが、ドッシン、ドッシン、跳びはねてさかさまにひっくり返り、若者の上に山のようにのっかりました。しかし、若者は掛け布団や枕を空に投げあげ、ベッドから出て、「今度は乗りたい奴が乗ればいいよ。」と言って、火のそばに横になり朝まで眠りました。
朝に王様が来て、若者が床にねているのをみると、化け物たちが殺してしまい若者は死んでいると思いました。それで王様は、「結局残念だな、良い男なのに。」と言いました。若者はそれを聞くと起きあがって、「まだそうなっていませんよ。」と言いました。すると王様はびっくりしましたがとても喜び、首尾はいかがであったか、と尋ねました。「とてもうまくいきました。一晩過ぎましたが、あと二晩もにたようなものでしょう。」と若者は答えました。
それから若者は宿の主人のところへ行きました。主人は目を大きく見開いて、「お前さんにまた生きて会えるとは思っていませんでしたよ。もうゾッとする方法を覚えましたか?」と言いました。「いいや」と若者は言いました。「まるでだめだ。だれか教えてくれたらなあ。」二晩目に若者はまた古い城に出かけ、火のそばに腰かけ、また「ぞっとできたらなあ」を繰り返し始めました。
真夜中になると、ガタガタ、ドタドタと騒がしい音がきこえ出し、初めは低かったのですが、だんだん大きくなっていきました。それからしばらく静かでしたが、とうとう大きな叫び声がして、人間の体半分が煙突から降りてきて若者の前に落ちました。「やあ」と若者は叫びました。「もう半分があるはずだ。これでは足りないな。」それから騒ぎがまた始まり、どなり声やうめき声がしたかと思うと、もう半分も落ちてきました。「待ってろよ。」と若者は言いました。「お前にすこし火をおこしてやるからな。」それが終わってまた見回すと、半分ずつの体二つがくっついて、恐ろしい顔の男が若者の場所に座っていました。「それは話しにならないな。」と若者は言いました。「その椅子は僕のだよ。」男は若者を押しのけようとしましたが、若者は負けないで力任せに男を突き放し、また自分の席に座りました。
するとさらにもっと多くの男たちが次々と落ちてきて、死人の脚9本とどくろ2つを持って来て、それを立てると、九柱戯を始めました。若者もやりたかったので、「ねぇ、僕も入れてくれないかな?」と言いました。「ああ、お前が金をもっていたらいいよ。」「金は十分あるよ。」と若者は答えました。「だけど君たちの球はちゃんと丸くないよ。」それから若者はどくろをとって、旋盤にかけ、丸くなるまで回しました。「ほら、今度はよく回るだろう。」と若者は言いました。「やったぜ。さあ遊ぼう。」若者はその男たちと遊び、負けてお金をいくらか払いました。しかし、12時になると、なにもかも消えて見えなくなりました。若者は横になり静かに寝入りました。
次の朝、王様がやってきて、若者の様子を尋ねま、「今回はどうだったかね?」と言いました。「ずっと九柱戯をやっていました。それで2,3ファージング負けましたよ。」と若者は答えました。「じゃあゾッとしなかったのかね?」「何ですって?楽しく過ごしましたよ。ゾッとするって何かわかったらいいんですが。」と若者は言いました。
三晩目に、若者はまた椅子に座り、とても悲しく「ゾッとできたらなあ」と言いました。遅い時間になると、六人の大男が入ってきて、棺桶を持ってきました。それで若者は、「はは、それはきっと僕のいとこだよ。2,3日前に死んだばかりだ。」と言い、指で呼び寄せ、「おいで、きみ、おいで」と叫びました。大男たちは床に棺桶を置きましたが、若者はそこに行き、ふたをはずすと、死人が中にねていました。若者がその顔に触りましたが、氷のように冷たかったのでした。「待ってろよ。少し君を温めてあげるよ。」と言って、火のところに行き手を温め、死人の顔にその手を当てましたが、死人は冷たいままでした。それで若者は棺桶から死人を出し、火のそばに座った自分の胸に死人を抱いて、血がまた通うように死人の腕をこすりました。これでも効き目がなかったので、若者は「二人でベッドに一緒にねると、温めあえるよな。」と考えて、死人をベッドに運び、布団をかけるとそのそばに横になりました。まもなく死人も温かくなり、動き始めました。それで若者は、「ほらね、きみ、あたためてやらなかったかい?」と言いました。ところが、死人は起きあがって、「さあ、お前の首を絞めてやる。」と叫びました。「何だって?それがきみのお礼のやり方か?すぐ棺桶に入りやがれ。」と若者は言って、死人をもちあげ、棺桶に投げ込み、ふたを閉めました。
するとさっきの六人の男たちが来て、また死人を連れて帰りました。「なんとしてもゾッとできないな。生きてる間ここでは覚えられないよ。」と若者は言いました。すると、他の男たちよりもっと大きく、恐ろしく見える男が入ってきました。しかし、その男は年とっていて、長くて白いあごひげを生やしていました。「こいつめ」と男は叫びました。「ゾッとすることをまもなく教えてやるぞ。お前は死ぬんだからな。」「そうはいくか。死ぬとなったら、黙っているわけにはいかないからな。」と若者は答えました。「すぐにお前をとっつかまえてやる。」と残忍な男は言いました。「穏やかに、穏やかに、大口をたたくんじゃないよ。僕はお前ぐらい力があるぞ。たぶんもっと強いかもしれないぞ。」「やってみようじゃないか。お前の方が強いなら、おれはお前を放してやる。来い。やるぞ。」
それから男は暗い通路をいくつも通って鍛冶場の炉へ連れて行き、斧をとると一撃でかなとこを地中へうちこみました。「僕はそれよりうまくやれるよ。」と若者は言って、べつのかなとこのところへ行きました。年とった男は近くに来て、見物しようとし、白いひげが垂れ下がっていました。それで若者は斧をつかみ一撃でかなとこを割り、その中に男のひげを挟みました。「さあ、僕はお前をつかまえだぞ。」と若者は言いました。「今度はお前が死ぬ番だ。」そう言って鉄の棒をつかむと年とった男を打ちすえ、とうとう男はうめいて、若者にやめてくれ、そうしたらたくさん金をやるから、と頼みました。若者は斧を抜いて男を放しました。
年とった男は若者を城に連れ戻し、地下室で金でいっぱいの箱を3つ見せました。「このうち、一つは貧しい人たちに、もう一つは王様に、3つ目はお前のだ。」と男は言いました。そのうち、12時になり、お化けは消え、それで若者は暗闇に立っていました。「それでもまだ出口をさがせるだろうよ。」と若者は言って、手さぐりしながら、道をたどって部屋に戻り、その部屋の火のそばで眠りました。
次の朝、王様が来て、「お前は今度こそぞっとすることを覚えたにちがいない。」と言いました。「いいえ」と若者は答えました。「いったいそれは何でしょう?私の死んだいとこがここにいました。それからあごひげの男が来て、下の部屋にあるたくさんのお金を見せましたよ。だけど誰もゾッとすることはなにか教えてくれませんでした。」「それでは、お前は城を救ったのだな。わしの娘を妻とするがよい。」と王様は言いました。「それはとても有り難いことですが、やはりゾッとすることがなにかわかりません。」と若者は言いました。それから金が上に運び出され、結婚式が祝われました。しかし、若い王様は妻をどんなに愛しても、どんなに幸せでも、やはりいつも「ゾッとできればなあ、ゾッとできればなあ」と言っていました。それでとうとうお后が怒りました。侍女が「私が、王様を治してさしあげましょう。まもなくゾッとすることが何かおわかりになりましょう。」と言いました。侍女は庭を流れている小川に出て行き、手桶いっぱいの小魚を自分のところに運んでもらいました。
夜に若い王様が眠っているとき、妻は王様の服を脱がせ、手桶の小魚の入った冷たい水を王様の上にかけました。それで小魚がたくさん王様のまわりでぴちぴち跳ねました。すると、王様は目が覚め、さけびました。「わあ、何だ!何だ!ぞっとしたぞ。ぞっとしたなあ。お前、ああ、ぞっとするとはどういうことか今わかったよ。」