Hansel y Gretel


汉赛尔与格莱特


Junto a un bosque muy grande vivía un pobre leñador con su mujer y dos hijos; el niño se llamaba Hänsel, y la niña, Gretel. Apenas tenían qué comer, y en una época de carestía que sufrió el país, llegó un momento en que el hombre ni siquiera podía ganarse el pan de cada día. Estaba el leñador una noche en la cama, cavilando y revolviéndose, sin que las preocupaciones le dejaran pegar el ojo; finalmente, dijo, suspirando, a su mujer: - ¿Qué va a ser de nosotros? ¿Cómo alimentar a los pobres pequeños, puesto que nada nos queda? - Se me ocurre una cosa -respondió ella-. Mañana, de madrugada, nos llevaremos a los niños a lo más espeso del bosque. Les encenderemos un fuego, les daremos un pedacito de pan y luego los dejaremos solos para ir a nuestro trabajo. Como no sabrán encontrar el camino de vuelta, nos libraremos de ellos. - ¡Por Dios, mujer! -replicó el hombre-. Eso no lo hago yo. ¡Cómo voy a cargar sobre mí el abandonar a mis hijos en el bosque! No tardarían en ser destrozados por las fieras. - ¡No seas necio! -exclamó ella-. ¿Quieres, pues, que nos muramos de hambre los cuatro? ¡Ya puedes ponerte a aserrar las tablas de los ataúdes! -. Y no cesó de importunarle hasta que el hombre accedió-. Pero me dan mucha lástima -decía.
Los dos hermanitos, a quienes el hambre mantenía siempre desvelados, oyeron lo que su madrastra aconsejaba a su padre. Gretel, entre amargas lágrimas, dijo a Hänsel: - ¡Ahora sí que estamos perdidos! - No llores, Gretel -la consoló el niño-, y no te aflijas, que yo me las arreglaré para salir del paso. Y cuando los viejos estuvieron dormidos, levantóse, púsose la chaquetita y salió a la calle por la puerta trasera. Brillaba una luna esplendoroso y los blancos guijarros que estaban en el suelo delante de la casa, relucían como plata pura. Hänsel los fue recogiendo hasta que no le cupieron más en los bolsillos. De vuelta a su cuarto, dijo a Gretel: - Nada temas, hermanita, y duerme tranquila: Dios no nos abandonará -y se acostó de nuevo.
A las primeras luces del día, antes aún de que saliera el sol, la mujer fue a llamar a los niños: - ¡Vamos, holgazanes, levantaos! Hemos de ir al bosque por leña-. Y dando a cada uno un pedacito de pan, les advirtió-: Ahí tenéis esto para mediodía, pero no os lo comáis antes, pues no os daré más. Gretel se puso el pan debajo del delantal, porque Hänsel llevaba los bolsillos llenos de piedras, y emprendieron los cuatro el camino del bosque. Al cabo de un ratito de andar, Hänsel se detenía de cuando en cuando, para volverse a mirar hacia la casa. Dijo el padre: - Hänsel, no te quedes rezagado mirando atrás, ¡atención y piernas vivas! - Es que miro el gatito blanco, que desde el tejado me está diciendo adiós -respondió el niño. Y replicó la mujer: - Tonto, no es el gato, sino el sol de la mañana, que se refleja en la chimenea. Pero lo que estaba haciendo Hänsel no era mirar el gato, sino ir echando blancas piedrecitas, que sacaba del bolsillo, a lo largo del camino.
Cuando estuvieron en medio del bosque, dijo el padre: - Recoged ahora leña, pequeños, os encenderé un fuego para que no tengáis frío. Hänsel y Gretel reunieron un buen montón de leña menuda. Prepararon una hoguera, y cuando ya ardió con viva llama, dijo la mujer: - Poneos ahora al lado del fuego, chiquillos, y descansad, mientras nosotros nos vamos por el bosque a cortar leña. Cuando hayamos terminado, vendremos a recogeros.
Los dos hermanitos se sentaron junto al fuego, y al mediodía, cada uno se comió su pedacito de pan. Y como oían el ruido de los hachazos, creían que su padre estaba cerca. Pero, en realidad, no era el hacha, sino una rama que él había atado a un árbol seco, y que el viento hacía chocar contra el tronco. Al cabo de mucho rato de estar allí sentados, el cansancio les cerró los ojos, y se quedaron profundamente dormidos. Despertaron, cuando ya era noche cerrada. Gretel se echó a llorar, diciendo: - ¿Cómo saldremos del bosque? Pero Hänsel la consoló: - Espera un poquitín a que brille la luna, que ya encontraremos el camino. Y cuando la luna estuvo alta en el cielo, el niño, cogiendo de la mano a su hermanita, guiose por las guijas, que, brillando como plata batida, le indicaron la ruta. Anduvieron toda la noche, y llegaron a la casa al despuntar el alba. Llamaron a la puerta y les abrió la madrastra, que, al verlos, exclamó: - ¡Diablo de niños! ¿Qué es eso de quedarse tantas horas en el bosque? ¡Creíamos que no queríais volver! El padre, en cambio, se alegró de que hubieran vuelto, pues le remordía la conciencia por haberlos abandonado.
Algún tiempo después hubo otra época de miseria en el país, y los niños oyeron una noche cómo la madrastra, estando en la cama, decía a su marido: - Otra vez se ha terminado todo; sólo nos queda media hogaza de pan, y sanseacabó. Tenemos que deshacernos de los niños. Los llevaremos más adentro del bosque para que no puedan encontrar el camino; de otro modo, no hay salvación para nosotros. Al padre le dolía mucho abandonar a los niños, y pensaba: "Mejor harías partiendo con tus hijos el último bocado". Pero la mujer no quiso escuchar sus razones, y lo llenó de reproches e improperios. Quien cede la primera vez, también ha de ceder la segunda; y, así, el hombre no tuvo valor para negarse.
Pero los niños estaban aún despiertos y oyeron la conversación. Cuando los viejos se hubieron dormido, levantóse Hänsel con intención de salir a proveerse de guijarros, como la vez anterior; pero no pudo hacerlo, pues la mujer había cerrado la puerta. Dijo, no obstante, a su hermanita, para consolarla: - No llores, Gretel, y duerme tranquila, que Dios Nuestro Señor nos ayudará.
A la madrugada siguiente se presentó la mujer a sacarlos de la cama y les dio su pedacito de pan, más pequeño aún que la vez anterior. Camino del bosque, Hänsel iba desmigajando el pan en el bolsillo y, deteniéndose de trecho en trecho, dejaba caer miguitas en el suelo. - Hänsel, ¿por qué te paras a mirar atrás? -preguntóle el padre-. ¡Vamos, no te entretengas! - Estoy mirando mi palomita, que desde el tejado me dice adiós. - ¡Bobo! -intervino la mujer-, no es tu palomita, sino el sol de la mañana, que brilla en la chimenea. Pero Hänsel fue sembrando de migas todo el camino.
La madrastra condujo a los niños aún más adentro del bosque, a un lugar en el que nunca había estado. Encendieron una gran hoguera, y la mujer les dijo: - Quedaos aquí, pequeños, y si os cansáis, echad una siestecita. Nosotros vamos por leña; al atardecer, cuando hayamos terminado, volveremos a recogemos. A mediodía, Gretel partió su pan con Hänsel, ya que él había esparcido el suyo por el camino. Luego se quedaron dormidos, sin que nadie se presentara a buscar a los pobrecillos; se despertaron cuando era ya de noche oscura. Hänsel consoló a Gretel diciéndole: - Espera un poco, hermanita, a que salga la luna; entonces veremos las migas de pan que yo he esparcido, y que nos mostrarán el camino de vuelta. Cuando salió la luna, se dispusieron a regresar; pero no encontraron ni una sola miga; se las habían comido los mil pajarillos que volaban por el bosque. Dijo Hänsel a Gretel: - Ya daremos con el camino -pero no lo encontraron. Anduvieron toda la noche y todo el día siguiente, desde la madrugada hasta el atardecer, sin lograr salir del bosque; sufrían además de hambre, pues no habían comido más que unos pocos frutos silvestres, recogidos del suelo. Y como se sentían tan cansados que las piernas se negaban ya a sostenerlos, echáronse al pie de un árbol y se quedaron dormidos.
Y amaneció el día tercero desde que salieron de casa. Reanudaron la marcha, pero cada vez se extraviaban más en el bosque. Si alguien no acudía pronto en su ayuda, estaban condenados a morir de hambre. Pero he aquí que hacia mediodía vieron un hermoso pajarillo, blanco como la nieve, posado en la rama de un árbol; y cantaba tan dulcemente, que se detuvieron a escucharlo. Cuando hubo terminado, abrió sus alas y emprendió el vuelo, y ellos lo siguieron, hasta llegar a una casita, en cuyo tejado se posó; y al acercarse vieron que la casita estaba hecha de pan y cubierta de bizcocho, y las ventanas eran de puro azúcar. - ¡Mira qué bien! -exclamó Hänsel-, aquí podremos sacar el vientre de mal año. Yo comeré un pedacito del tejado; tú, Gretel, puedes probar la ventana, verás cuán dulce es. Se encaramó el niño al tejado y rompió un trocito para probar a qué sabía, mientras su hermanita mordisqueaba en los cristales. Entonces oyeron una voz suave que procedía del interior:
"¿Será acaso la ratita
la que roe mi casita?"
Pero los niños respondieron:
"Es el viento, es el viento
que sopla violento".
Y siguieron comiendo sin desconcertarse. Hänsel, que encontraba el tejado sabrosísimo, desgajó un buen pedazo, y Gretel sacó todo un cristal redondo y se sentó en el suelo, comiendo a dos carrillos. Abrióse entonces la puerta bruscamente, y salió una mujer viejísima, que se apoyaba en una muleta. Los niños se asustaron de tal modo, que soltaron lo que tenían en las manos; pero la vieja, meneando la cabeza, les dijo: - Hola, pequeñines, ¿quién os ha traído? Entrad y quedaos conmigo, no os haré ningún daño. Y, cogiéndolos de la mano, los introdujo en la casita, donde había servida una apetitosa comida: leche con bollos azucarados, manzanas y nueces. Después los llevó a dos camitas con ropas blancas, y Hänsel y Gretel se acostaron en ellas, creyéndose en el cielo.
La vieja aparentaba ser muy buena y amable, pero, en realidad, era una bruja malvada que acechaba a los niños para cazarlos, y había construido la casita de pan con el único objeto de atraerlos. Cuando uno caía en su poder, lo mataba, lo guisaba y se lo comía; esto era para ella un gran banquete. Las brujas tienen los ojos rojizos y son muy cortas de vista; pero, en cambio, su olfato es muy fino, como el de los animales, por lo que desde muy lejos ventean la presencia de las personas. Cuando sintió que se acercaban Hänsel y Gretel, dijo para sus adentros, con una risotada maligna: "¡Míos son; éstos no se me escapan!". Levantóse muy de mañana, antes de que los niños se despertasen, y, al verlos descansar tan plácidamente, con aquellas mejillitas tan sonrosadas y coloreadas, murmuró entre dientes: "¡Serán un buen bocado!". Y, agarrando a Hänsel con su mano seca, llevólo a un pequeño establo y lo encerró detrás de una reja. Gritó y protestó el niño con todas sus fuerzas, pero todo fue inútil. Dirigióse entonces a la cama de Gretel y despertó a la pequeña, sacudiéndola rudamente y gritándole: - Levántate, holgazana, ve a buscar agua y guisa algo bueno para tu hermano; lo tengo en el establo y quiero que engorde. Cuando esté bien cebado, me lo comeré. Gretel se echó a llorar amargamente, pero en vano; hubo de cumplir los mandatos de la bruja.
Desde entonces a Hänsel le sirvieron comidas exquisitas, mientras Gretel no recibía sino cáscaras de cangrejo. Todas las mañanas bajaba la vieja al establo y decía: - Hänsel, saca el dedo, que quiero saber si estás gordo. Pero Hänsel, en vez del dedo, sacaba un huesecito, y la vieja, que tenía la vista muy mala, pensaba que era realmente el dedo del niño, y todo era extrañarse de que no engordara. Cuando, al cabo de cuatro semanas, vio que Hänsel continuaba tan flaco, perdió la paciencia y no quiso aguardar más tiempo: - Anda, Gretel -dijo a la niña-, a buscar agua, ¡ligera! Esté gordo o flaco tu hermano, mañana me lo comeré. ¡Qué desconsuelo el de la hermanita, cuando venía con el agua, y cómo le corrían las lágrimas por las mejillas! "¡Dios mío, ayúdanos! -rogaba-. ¡Ojalá nos hubiesen devorado las fieras del bosque; por lo menos habríamos muerto juntos!". - ¡Basta de lloriqueos! -gritó la vieja-; de nada han de servirte.
Por la madrugada, Gretel hubo de salir a llenar de agua el caldero y encender fuego. - Primero coceremos pan -dijo la bruja-. Ya he calentado el horno y preparado la masa -. Y de un empujón llevó a la pobre niña hasta el horno, de cuya boca salían grandes llamas. Entra a ver si está bastante caliente para meter el pan -mandó la vieja. Su intención era cerrar la puerta del horno cuando la niña estuviese en su interior, asarla y comérsela también. Pero Gretel le adivinó el pensamiento y dijo: - No sé cómo hay que hacerlo; ¿cómo lo haré para entrar? - ¡Habráse visto criatura más tonta! -replicó la bruja-. Bastante grande es la abertura; yo misma podría pasar por ella -y, para demostrárselo, se adelantó y metió la cabeza en la boca del horno. Entonces Gretel, de un empujón, la precipitó en el interior y, cerrando la puerta de hierro, corrió el cerrojo. ¡Allí era de oír la de chillidos que daba la bruja! ¡Qué gritos más pavorosos! Pero la niña echó a correr, y la malvada hechicera hubo de morir quemada miserablemente.
Corrió Gretel al establo donde estaba encerrado Hänsel y le abrió la puerta, exclamando: ¡Hänsel, estamos salvados; ya está muerta la bruja! Saltó el niño afuera, como un pájaro al que se le abre la jaula. ¡Qué alegría sintieron los dos, y cómo se arrojaron al cuello uno del otro, y qué de abrazos y besos! Y como ya nada tenían que temer, recorrieron la casa de la bruja, y en todos los rincones encontraron cajas llenas de perlas y piedras preciosas. - ¡Más valen éstas que los guijarros! -exclamó Hänsel, llenándose de ellas los bolsillos. Y dijo Gretel: - También yo quiero llevar algo a casa -y, a su vez, se llenó el delantal de pedrería. - Vámonos ahora -dijo el niño-; debemos salir de este bosque embrujado -. A unas dos horas de andar llegaron a un gran río. - No podremos pasarlo -observó Hänsel-, no veo ni puente ni pasarela. - Ni tampoco hay barquita alguna -añadió Gretel-; pero allí nada un pato blanco, y si se lo pido nos ayudará a pasar el río -.
Y gritó:
"Patito, buen patito
mío Hänsel y Gretel han llegado al río.
No hay ningún puente por donde pasar;
¿sobre tu blanca espalda nos quieres llevar?".
Acercóse el patito, y el niño se subió en él, invitando a su hermana a hacer lo mismo. - No -replicó Gretel-, sería muy pesado para el patito; vale más que nos lleve uno tras otro. Así lo hizo el buen pato, y cuando ya estuvieron en la orilla opuesta y hubieron caminado otro trecho, el bosque les fue siendo cada vez más familiar, hasta que, al fin, descubrieron a lo lejos la casa de su padre. Echaron entonces a correr, entraron como una tromba y se colgaron del cuello de su padre. El pobre hombre no había tenido una sola hora de reposo desde el día en que abandonara a sus hijos en el bosque; y en cuanto a la madrastra, había muerto. Volcó Gretel su delantal, y todas las perlas y piedras preciosas saltaron por el suelo, mientras Hänsel vaciaba también a puñados sus bolsillos. Se acabaron las penas, y en adelante vivieron los tres felices. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
在大森林的边上,住着一个贫穷的樵夫,他妻子和两个孩子与他相依为命。 他的儿子名叫汉赛尔,女儿名叫格莱特。 他们家里原本就缺吃少喝,而这一年正好遇上国内物价飞涨,樵夫一家更是吃了上顿没下顿,连每天的面包也无法保证。 这天夜里,愁得辗转难眠的樵夫躺在床上大伤脑筋,他又是叹气,又是呻吟。 终于他对妻子说:"咱们怎么办哪!自己都没有一点吃的,又拿什么去养咱们那可怜的孩子啊?"
"听我说,孩子他爹,"他老婆回答道:"明天大清早咱们就把孩子们带到远远的密林中去,在那儿给他们生一堆火,再给他们每人一小块面包,然后咱们就假装去干咱们的活,把他们单独留在那儿。他们不认识路,回不了家,咱们就不用再养他们啦。"
"不行啊,老婆,"樵夫说:"我不能这么干啊。我怎么忍心把我的孩子丢在丛林里喂野兽呢!"
"哎,你这个笨蛋,"他老婆说,"不这样的话,咱们四个全都得饿死!"接着她又叽哩呱啦、没完没了地劝他 ,最后,他也就只好默许了。
那时两个孩子正饿得无法入睡,正好听见了继母与父亲的全部对话。 听见继母对父亲的建议,格莱特伤心地哭了起来,对汉赛尔说:"这下咱俩可全完了。"
"别吱声,格莱特,"汉赛尔安慰她说,"放心吧,我会有办法的。"
等两个大人睡熟后,他便穿上小外衣,打开后门偷偷溜到了房外。 这时月色正明,皎洁的月光照得房前空地上的那些白色小石子闪闪发光,就像是一块块银币。 汉赛尔蹲下身 ,尽力在外衣口袋里塞满白石子。 然后他回屋对格莱特说:"放心吧,小妹,只管好好睡觉就是了,上帝会与我们同在的。"
说完,他回到了他的小床上睡觉。
天刚破晓,太阳还未跃出地平线,那个女人就叫醒了两个孩子,"快起来,快起来,你们这两个懒虫!"她嚷道,"我们要进山砍柴去了。"说着,她给一个孩子一小块面包,并告诫他们说:"这是你们的午饭,可别提前吃掉了,因为你们再也甭想得到任何东西了。"格莱特接过面包藏在她的围裙底下,因为汉赛尔的口袋里这时塞满了白石子。
随后,他们全家就朝着森林进发了。 汉赛尔总是走一会儿便停下来回头看看自己的家,走一会儿便停下来回头看自己的家。 他的父亲见了便说:"汉赛尔,你老是回头瞅什么?
专心走你的路。 "
"哦,爸爸,"汉赛尔回答说:"我在看我的白猫呢,他高高地蹲在屋顶上,想跟我说'再见'呢!"
"那不是你的小猫,小笨蛋,"继母讲,"那是早晨的阳光照在烟囱上。"其实汉赛尔并不是真的在看小猫,他是悄悄地把亮亮的白石子从口袋里掏出来,一粒一粒地丢在走过的路上。
到了森林的深处,他们的父亲对他们说:"嗨,孩子们,去拾些柴火来,我给你们生一堆火。"
汉赛尔和格莱特拾来许多枯枝,把它们堆得像小山一样高。 当枯枝点着了,火焰升得老高后,继母就对他们说:"你们两个躺到火堆边上去吧,好好呆着,我和你爸爸到林子里砍柴。等一干完活,我们就来接你们回家。"
于是汉赛尔和格莱特坐在火堆旁边,等他们的父母干完活再来接他们。 到了中午时分,他们就吃掉了自己的那一小块面包。 因为一直能听见斧子砍树的嘭、嘭声,他们相信自己的父亲就在近旁。 其实他们听见的根本就不是斧子发出的声音,那是一根绑在一棵小树上的枯枝,在风的吹动下撞在树干上发出来的声音。 兄妹俩坐了好久好久,疲倦得上眼皮和下眼皮都打起架来了。 没多久,他们俩就呼呼睡着了,等他们从梦中醒来时,已是漆黑的夜晚。 格莱特害怕得哭了起来,说:"这下咱们找不到出森林的路了!"
"别着急,"汉赛尔安慰她说,"等一会儿月亮出来了,咱们很快就会找到出森林的路。"
不久,当一轮满月升起来时,汉赛尔就拉着他妹妹的手,循着那些月光下像银币一样在地上闪闪发光的白石子指引的路往前走。 他们走了整整的一夜,在天刚破晓的时候回到了他们父亲的家门口。 他们敲敲门,来开门的是他们的继母。 她打开门一见是汉赛尔和格莱特,就说:"你们怎么在森林里睡了这么久,我们还以为你们不想回家了呐!"
看到孩子,父亲喜出望外,因为冷酷地抛弃两个孩子,他心中十分难受。
他们一家又在一起艰难地生活了。 但时隔不久,又发生了全国性的饥荒。 一天夜里,两个孩子又听见继母对他们的父亲说:"哎呀!能吃的都吃光了,就剩这半个面包,你看以后可怎么办啊?咱们还是得减轻负担,必须把两个孩子给扔了!这次咱们可以把他们带进更深、更远的森林中去,叫他们再也找不到路回来。只有这样才能挽救我们自己。"
听见妻子又说要抛弃孩子,樵夫心里十分难过。 他心想,大家同甘共苦,共同分享最后一块面包不是更好吗? 但是像天下所有的男人一样,对一个女人说个"不"字那是太难太难了,樵夫也毫不例外。 就像是"谁套上了笼头,谁就必须得拉车"的道理一样,樵夫既然对妻子作过第一次让步,当然就必然有第二次让步了,他也就不再反对妻子的建议了。
然而,孩子们听到了他们的全部谈话。 等父母都睡着后,汉赛尔又从床上爬了起来,想溜出门去,像上次那样,到外边去捡些小石子,但是这次他发现门让继母给锁死了。 但他心里又有了新的主意,他又安慰他的小妹妹说:"别哭,格莱特,不用担心,好好睡觉。上帝会帮助咱们的。"
一大清早,继母就把孩子们从床上揪了下来。 她给了他们每人一块面包,可是比上次那块要小多了。
在去森林的途中,汉赛尔在口袋里捏碎了他的面包,并不时地停下脚步,把碎面包屑撒在路上。
"汉赛尔,你磨磨蹭蹭地在后面看什么?"他的父亲见他老是落在后面就问他。 "我在看我的小鸽子,它正站在屋顶上'咕咕咕'地跟我说再见呢。"汉赛尔回答说。
"你这个白痴,"他继母叫道,"那不是你的鸽子,那是早晨的阳光照在烟囱上面。"但是汉赛尔还是在路上一点一点地撒下了他的面包屑。
继母领着他们走了很久很久,来到了一个他们从未到过的森林中。 像上次一样,又生起了一大堆火,继母又对他们说:"好好呆在这儿,孩子们,要是困了就睡一觉,我们要到远点的地方去砍柴,干完活我们就来接你们。"
到了中午,格莱特把她的面包与汉赛尔分来吃了,因为汉赛尔的面包已经撒在路上了。 然后,他们俩又睡着了。 一直到了半夜,仍然没有人来接这两个可怜的孩子,他们醒来已是一片漆黑。 汉赛尔安慰他的妹妹说:"等月亮一出来,我们就看得见我撒在地上的面包屑了,它一定会指给我们回家的路。"
但是当月亮升起来时,他们在地上却怎么也找不到一点面包屑了,原来它们都被那些在树林里、田野上飞来飞去的鸟儿一点点地啄食了。
虽然汉赛尔也有些着急了,但他还是安慰妹妹说:"我们一定能找到路的,格莱特。"
但他们没有能够找到路,虽然他们走了一天一夜,可就是出不了森林。 他们已经饿得头昏眼花,因为除了从地上找到的几颗草霉,他们没吃什么东西。 这时他们累得连脚都迈不动了,倒在一颗树下就睡着了。
这已是他们离开父亲家的第三天早晨了,他们深陷丛林,已经迷路了。 如果再不能得到帮助,他们必死无疑。 就在这时,他们看到了一只通体雪白的、极其美丽的鸟儿站在一根树枝上引吭高歌,它唱得动听极了,他们兄妹俩不由自主地停了下来,听它唱。 它唱完了歌,就张开翅膀,飞到了他们的面前,好像示意他们跟它走。 他们于是就跟着它往前走,一直走到了一幢小屋的前面,小鸟停到小屋的房顶上。 他俩这时才发现小屋居然是用香喷喷的面包做的,房顶上是厚厚的蛋糕,窗户却是明亮的糖块。
"让我们放开肚皮吧,"汉赛尔说:"这下我们该美美地吃上一顿了。我要吃一小块房顶,格莱特,你可以吃窗户,它的味道肯定美极了、甜极了。"
说着,汉赛尔爬上去掰了一小块房顶下来,尝着味道。 格莱特却站在窗前,用嘴去啃那个甜窗户。 这时,突然从屋子里传出一个声音:
"啃啊!啃啊!啃啊啃!
谁在啃我的小房子? "
孩子们回答道:
"是风啊,是风,
是天堂里的小娃娃。 "
他们边吃边回答,一点也不受干扰。
汉赛尔觉得房顶的味道特别美,便又拆下一大块来;格莱特也干脆抠下一扇小圆窗,坐在地上慢慢享用。 突然,房子的门打开了,一个老婆婆拄着拐杖颤颤巍巍的走了出来。 汉赛尔和格莱特吓得双腿打颤,拿在手里的食物也掉到了地上。
那个老婆婆晃着她颤颤巍巍的头说:"好孩子,是谁带你们到这儿来的?来,跟我进屋去吧,这儿没人会伤害你们!"
她说着就拉着兄妹俩的手,把他们领进了她的小屋,并给他们准备了一顿丰盛的晚餐,有牛奶、糖饼、苹果,还有坚果。 等孩子们吃完了,她又给孩子们铺了两张白色的小床,汉赛尔和格莱特往床上一躺,马上觉得是进了天堂。
其实这个老婆婆是笑里藏刀,她的友善只是伪装给他们看的,她事实上是一个专门引诱孩子上当的邪恶的巫婆,她那幢用美食建造的房子就是为了让孩子们落入她的圈套。 一旦哪个孩子落入她的魔掌,她就杀死他,把他煮来吃掉。 这个巫婆的红眼睛视力不好,看不远,但是她的嗅觉却像野兽一样灵敏,老远老远她就能嗅到人的味道。 汉赛尔和格莱特刚刚走近她的房子她就知道了,高兴得一阵狂笑,然后就冷笑着打定了主意:"我要牢牢地抓住他们,决不让他们跑掉。"
第二天一早,还不等孩子们醒来,她就起床了。 看着两个小家伙那红扑扑、圆滚滚的脸蛋,她忍不住口水直流:"好一顿美餐呐!"说着便抓住汉赛尔的小胳膊,把他扛进了一间小马厩,并用栅栏把他锁了起来。 汉赛尔在里面大喊大叫,可是毫无用处。 然后,老巫婆走过去把格莱特摇醒,冲着她吼道:"起来,懒丫头!快去打水来替你哥哥煮点好吃的。他关在外面的马厩里,我要把他养得白白胖胖的,然后吃掉他。"
格莱特听了伤心得大哭起来,可她还是不得不按照那个老巫婆的吩咐去干活。 于是,汉赛尔每天都能吃到许多好吃的,而可怜的格莱特每天却只有螃蟹壳吃。 每天早晨,老巫婆都要颤颤巍巍的走到小马厩去喊汉赛尔:"汉赛尔,把你的手指头伸出来,让我摸摸你长胖了没有!"可是汉赛尔每次都是伸给她一根啃过的小骨头,老眼昏花的老巫婆,根本就看不清楚,她还真以为是汉赛尔的手指头呢! 她心里感到非常纳闷,怎么汉赛尔还没有长胖一点呢?
又过了四个星期,汉赛尔还是很瘦的样子。 老巫婆失去了耐心,便扬言她不想再等了。
"过来,格莱特,"她对小女孩吼道,"快点去打水来!管他是胖还是瘦,明天我一定要杀死汉赛尔,把他煮来吃了。"
可怜的小妹妹被逼着去打水来准备煮她的哥哥,一路上她伤心万分,眼泪顺着脸颊一串一串地往下掉! "亲爱的上帝,请帮帮我们吧!"她呼喊道,"还不如当初在森林里就被野兽吃掉,那我们总还是死在一起的呵!"
趁老巫婆离开一会儿,可怜的格莱特瞅准机会跑到汉赛尔身边,把她所听到的一切都告诉他:
"我们要赶快逃跑,因为这个老太婆是个邪恶的巫婆,她要杀死我们哩。"
可是汉赛尔说:"我知道怎么逃出去,因为我已经把插销给搞开了。不过,你得首先去把她的魔杖和挂在她房间里的那根笛子偷来,这样万一她追来,我们就不怕她了。"
等格莱特好不容易把魔杖和笛子都偷来之后,两个孩子便逃跑了。
这时,老巫婆走过来看她的美餐是否弄好了,发现两个孩子却不见了。 虽说她的眼睛不好,可她还是从窗口看到了那两个正在逃跑的孩子。
她勃然大怒,赶紧穿上她那双一步就能走上几码远的靴子,不多一会就要赶上那两个孩子了。 格莱特眼看老巫婆就要追上他们了,便用她偷来的那根魔杖把汉赛尔变成了一个湖泊,而把她自己变成了一只在湖泊中游来游去的小天鹅。 老巫婆来到湖边,往湖里扔了些面包屑想骗那只小天鹅上当。 可是小天鹅就是不过来,最后老巫婆只好空着手回去了。
见到老巫婆走了,格莱特便用那根魔杖又把自己和汉赛尔变回了原来的模样。 然后,他们又继续赶路,一直走到天黑。
很快,老巫婆又追了上来。
这时,小姑娘把自己变成了山楂树篱笆中的一朵玫瑰,于是汉赛尔便在这只玫瑰的旁边坐了下来变成一位笛手。
"吹笛子的好心人,"老巫婆说,"我可以摘下那朵漂亮的玫瑰花吗?"
"哦,可以。"汉赛尔说。
于是,非常清楚那朵玫瑰是什么的老巫婆快步走向树篱想飞快地摘下它。 就在这时,汉赛尔拿出他的笛子,吹了起来。
这是一根魔笛,谁听了这笛声都会不由自主地跳起舞来。 所以那老巫婆不得不随着笛声一直不停地旋转起来,再也摘不到那朵玫瑰了。 汉赛尔就这样不停地吹着,直吹到那些荆棘把巫婆的衣服挂破,并深深地刺到她的肉里,直刺得她哇哇乱叫。 最后,老巫婆被那些荆棘给牢牢地缠住了。
这时,格莱特又恢复了自己的原形,和汉赛尔一块儿往家走去。 走了长长的一段路程之后,格莱特累坏了。 于是他们便在靠近森林的草地上找到了一棵空心树,就在树洞里躺了下来。 就在他们睡着的时候,那个好不容易从荆棘丛中脱身出来的老巫婆又追了上来。 她一看到自己的魔杖,就得意地一把抓住它。 然后,立刻把可怜的汉赛尔变成了一头小鹿。
格莱特醒来之后,看到所发生的一切,伤心地扑到那头可怜的小动物身上哭了起来。 这时,泪水也从小鹿的眼睛里不停地往下流。
格莱特说:"放心吧,亲爱的小鹿,我绝不会离开你。"
说着,她就取下她那长长的金色项链戴到他的脖子上,然后又扯下一些灯芯草把它编成一条草绳,套住小鹿的脖子,无论她走到哪儿,她都把这头可怜的小鹿带在身边。
终于,有一天他们来到了一个小屋前。 格莱特看到这间小屋没有人住,便说:"我们就在这儿住下吧。"
她采来了很多树叶和青苔替小鹿铺了一张柔软的小床。 每天早上,她便出去采摘一些坚果和浆果来充饥,又替她的哥哥采来很多树叶和青草。 她把树叶和青草放在自己的手中喂小鹿,而那头小鹿就在她的身旁欢快地蹦来蹦去。 到了晚上,格莱特累了,就会把头枕在小鹿的身上睡觉。 要是可怜的汉赛尔能够恢复原形,那他们的生活该有多幸福啊!
他们就这样在森林里生活了许多年,这时,格莱特已经长成了一个少女。 有一天,刚好国王到这儿来打猎。 当小鹿听到在森林中回荡的号角声、猎狗汪汪的叫声以及猎人们的大喊声时,忍不住想去看看是怎么回事。 "哦,妹妹,"他说,"让我到森林里去看看吧,我再也不能待在这儿了。"他不断地恳求着,最后她只好同意让他去了。
"可是,"她说,"一定要在天黑之前回来。我会把门关好不让那些猎人们进来。如果你敲门并说:'妹妹,让我进来。'我就知道是你回来了。如果你不说话,我就把门紧紧地关住。"
于是小鹿便一蹦一跳地跑了出去。 当国王和他的猎人们看到这头美丽的小鹿之后,便来追赶他,可是他们怎么也逮不着他,因为当他们每次认为自己快要抓住他时,他都会跳到树丛中藏起来。
天黑了下来,小鹿便跑回了小屋,他敲了敲门说:"妹妹,让我进来吧!"于是格莱特便打开了门,他跳了进来,在他那温软的床上美美地睡了一觉。
第二天早上,围猎又开始了。 小鹿一听到猎人们的号角声,他便说:"妹妹,替我把门打开吧。我一定要出去。"
国王和他的猎人们见到这头小鹿,马上又开始了围捕。 他们追了他一整天,最后终于把他给围住了,其中一个猎人还射中了他的一条脚。 他一瘸一拐地好不容易才逃回到了家中。 那个射伤了他的猎人跟踪着他,听到了这头小鹿说:"妹妹,让我进来吧。"还看到了那扇门开了,小鹿进去后很快又关上了。 于是这个猎人就回去向国王禀报了他的所见所闻。 国王说:"那明天我们再围捕一次吧。"
当格莱特看到她那亲爱的小鹿受伤了,感到非常害怕。 不过,她还是替他把伤口清洗得干干净净,敷上了一些草药。 第二天早上,那伤口竟已经复原了。 当号角再次吹响的时候,那小东西又说:"我不能待在这儿,我必须出去看看。我会多加小心,不会让他们抓住我的。"
可是格莱特说:"我肯定他们这一次会杀死你的,我不让你去。"
"如果你把我关在这儿的话,那我会遗憾而死。"他说。 格莱特不得不让他出去,她心情沉重地打开门,小鹿便又欢快地向林中奔去。
国王一看到小鹿,便大声下令:"你们今天一定要追到他,可你们谁也不许伤害他。"
然而,太阳落山的时候,他们还是没能抓住他。 于是国王对那个曾经跟踪过小鹿的猎人说:"那么现在领我去那个小屋吧。"
于是他们来到了小屋前,国王敲了敲门,并且说:"妹妹,让我进来吧。"
门儿打开之后,国王走了进去,只见房子里站着一个他生平见过的最美丽的少女。
当格莱特看到来者并非是她的小鹿而是一位戴着皇冠的国王时,感到非常害怕。 可是国王非常友善地拉着她的手,并说:"你愿意和我一起到我的城堡去,做我的妻子吗?"
"是的,"格莱特说,"我可以和你一起去你的城堡,可是我不能成为你的妻子,因为我的小鹿必须和我在一起,我不能和他分开。"
"那好吧,"国王说,"他可以和你一起去,永远都不离开你,并且他想要什么就会有什么。"
正在这时,小鹿跳了进来。 于是格莱特把草绳套在他的脖子上,他们便一起离开了小屋。
国王把小格莱特抱上他的高头大马之后,就朝着他的王宫跑去。 那头小鹿也欢快地跟在他们后面。 一路上,格莱特告诉了国王有关她的一切,国王认识那个老巫婆,便派人去把她叫来,命令她恢复小鹿的人形。
当格莱特看到他亲爱的哥哥又恢复了原形,她非常感激国王,便欣然同意嫁给他。 他们就这样幸福地生活着,汉赛尔也成了国王的王宫大臣。