Il compare


El señor padrino


Un pover'uomo aveva tanti figli, e aveva già pregato tutti di fare da padrino; così, quando gli nacque l'ultimo, non sapeva proprio più a chi rivolgersi. Allora tutto triste si mise a letto e si addormentò. Sognò che doveva andare alla porta e invitare a fare da padrino la prima persona che incontrava. Quando si svegliò l'uomo fece quello che aveva visto in sogno e colui che incontrò e che fece da padrino gli regalò una bottiglietta d'acqua dicendo: -Con quest'acqua puoi guarire chi è ammalato, a condizione però che la Morte sia al capezzale dell'infermo; se invece si trova ai piedi del letto, l'ammalato deve morire-. Una volta si ammalò il figlio del re, e l'uomo pot‚ risanarlo poiché‚ la Morte si trovava al suo capezzale; così fu anche una seconda volta; ma la terza, la Morte era ai piedi del letto e il principino dovette morire. Allora l'uomo volle recarsi dal compare per raccontargli l'accaduto, ma quando giunse a casa sua vi trovò una stranissima brigata. Al primo piano la scopa e la paletta se le davano di santa ragione. Egli chiese dove abitasse il compare e la scopa rispose: -Al piano di sopra-. Quando arrivò al secondo piano vide per terra un bel mucchio di dita di morto. Allora egli domandò di nuovo dove abitasse il compare, e un dito rispose: -Al piano di sopra-. Al terzo piano c'era una gran quantità di teste di morto che dissero ancora: -Al piano di sopra-. Al quarto vide dei pesci sul fuoco che friggevano e si cuocevano da s‚. Anch'essi dissero: -Al piano di sopra-. E quando giunse al quinto piano si trovò davanti a una stanza; sbirciò dal buco della serratura e vide il compare che aveva un paio di corna lunghe lunghe. Quand'egli entrò, il compare si buttò in fretta sul letto e le coprì. Disse l'uomo: -Compare, quando sono arrivato al primo piano, ho visto una scopa e una paletta darsele di santa ragione-. -Che sciocco!- rispose il compare -erano il servo e la serva che parlavano insieme.- -Al secondo piano ho visto delle dita di morto per terra.- -Che grullo siete! erano radici di scorzonera.- -Al terzo piano c'era un mucchio di teste di morto.- -Stupido! erano cavoli cappucci.- -Al quarto, ho visto dei pesci in padella, che sfrigolavano e si cuocevano da soli.- Aveva appena pronunciato queste parole che i pesci comparvero e si misero in tavola da s‚. -E al quinto piano, ho guardato dal buco della serratura e ho visto che voi, compare, avevate un paio di corna lunghe lunghe!- -Ma no che non è vero!-
Un hombre pobre tenía tantos hijos, que ya no sabía a quién nombrar padrino cuando le nació otro; no le quedaban más conocidos a quienes dirigirse. Con la cabeza llena de preocupaciones, se fue a acostar. Mientras dormía, soñó lo que debía hacer en su caso: salir a la puerta de su casa y pedir al primero que pasara aceptase ser padrino de su hijo. Así lo hizo en cuanto despertó; y el primer desconocido que pasó, aceptó su ofrecimiento. El desconocido regaló a su ahijado un vasito con agua, diciéndole:
- Ésta es un agua milagrosa, con la cual podrás curar a los enfermos; sólo debes mirar dónde está la Muerte. Si está en la cabecera, darás agua al enfermo, y éste sanará; pero si está en los pies, nada hay que hacer: ha sonado su última hora.
En lo sucesivo, el hombre pudo predecir siempre si un enfermo tenía o no salvación; cobró grandísima fama por su arte y ganó mucho dinero. Un día lo llamaron a la vera del hijo del Rey. Al entrar en la habitación, viendo a la Muerte a la cabecera, le administró el agua milagrosa, y el enfermo salió; y lo mismo sucedió la segunda vez. Pero la tercera, la Muerte estaba a los pies de la cama, y el niño hubo de morir.
Un día le entraron al hombre deseos de visitar a su padrino, para contarle sus experiencias con el agua prodigiosa. Pero al llegar a su casa, encontróse con un cuadro verdaderamente extraño. En el primer tramo de escalera estaban peleándose la pala y la escoba, aporreándose de lo lindo. Preguntóles:
- ¿Dónde vive el señor padrino?
Y la escoba respondió:
- Un tramo más arriba.
Al llegar al segundo rellano vio en el suelo un gran número de dedos muertos. Preguntóles:
- ¿Dónde vive el señor padrino?
Y contestó uno de los dedos:
- Un tramo más arriba.
En el tercer rellano había un montón de cabezas muertas, las cuales lo enviaron otro tramo más arriba. En el cuarto piso vio unos pescados friéndose en una sartén puesta sobre un fuego, y que le dijeron:
- Un tramo más arriba.
Y cuando estuvo en el quinto piso, encontróse ante una habitación cerrada y, al mirar por el ojo de la cerradura, descubrió al padrino, que llevaba dos largos cuernos. Al abrir la puerta, el padrino se metió precipitadamente en la cama, tapándose cabeza y todo. Díjole entonces el hombre:
- Señor padrino, qué cosas más raras hay en vuestra casa. Cuando llegué al primer tramo de la escalera, estaban riñendo la pala y la escoba y se cascaban reciamente.
- ¡Qué simple eres! -replicó el padrino-. Eran el mozo y la sirvienta que hablaban.
- Pero en el segundo rellano vi en el suelo muchos dedos muertos.
- ¡Eres un necio! No eran sino escorzoneras.
- Pues en el tercero había un montón de calaveras.
- ¡Imbécil! Eran repollos.
- En el cuarto, unos peces se freían en una sartén -. Al terminar de decir esto, comparecieron los peces, y se pusieron ellos mismos sobre la mesa. - Y cuando hube subido al piso quinto, miré por el ojo de la cerradura y os vi a vos, padrino, con unos cuernos largos, largos.
- ¡Cuidado! ¡Esto no es verdad!
El hombre se asustó y echó a correr. ¡Quién sabe lo que el padrino habría hecho con él!