El morral, el sombrerillo y el cuerno


Zembil, Şapka ve Borazan


Érase que se eran tres hermanos; las cosas les habían ido de mal en peor, y al final su miseria era tan grande, que ya nada les quedaba donde hincar el diente. Dijeron entonces:
- Así no podemos seguir; mejor será que nos vayamos por esos mundos a probar fortuna.
Pusiéronse, pues, en camino y recorrieron muchos lugares y pisaron mucha hierba, sin que por ninguna parte se les presentase la buena suerte. De este modo llegaron un día a un dilatado bosque, en medio del cual se alzaba una montaña, y al acercarse vieron que toda ella era de plata. Dijo entonces el mayor:
- Ya he encontrado la fortuna que deseaba, y no aspiro a otra mayor.
Cogió toda la plata con que pudo cargar y se volvió a casa. Pero los otros dos dijeron:
- A la fortuna le pedimos algo más que plata -y, sin tocar el metal, siguieron su ruta.
Al cabo de otras dos o tres jornadas de marcha llegaron a una montaña, que era de oro puro. El segundo hermano se detuvo y se puso a reflexionar; estaba indeciso: "¿Qué debo hacer?- preguntábase-. ¿Tomar todo el oro que necesito para el resto de mi vida, o seguir adelante?".
Decidióse al fin; se llenó los bolsillos del metal, se despidió de su hermano y regresó a su casa.
El tercero reflexionó así: "El oro y la plata no me dicen gran cosa. Seguiré buscando la fortuna; tal vez me reserve algo mejor". Siguió caminando, y a los tres días llegó a un bosque, más vasto aún que el anterior; no se terminaba nunca, y como no encontrara nada de comer ni de beber, el mozo se vio en trance de morir de hambre. Trepó entonces a un alto árbol para ver si descubría el límite de aquella selva; pero las copas de los árboles se extendían hasta el infinito. Se dispuso a bajar al suelo, mientras pensaba, atormentado por el hambre: "¡Si por lo menos pudiese llenarme la tripa!". Y he aquí que, al tocar el suelo, vio con asombro, debajo del árbol, una mesa magníficamente puesta, cubierta de abundantes viandas que despedían un agradable tufillo. "Por esta vez -pensó-, mis deseos se cumplen en el momento oportuno", y, sin pararse a considerar quién había guisado y servido aquel banquete, acercóse a la mesa y comió hasta saciarse. Cuando hubo terminado, ocurriósele una idea:
"Sería lástima que este lindo mantel se perdiese y estropease en el bosque", y, después de doblarlo cuidadosamente, lo guardó en su morral. Reemprendió luego el camino hasta el anochecer, en que, volviendo a acuciarle el hambre, quiso poner el mantel a prueba. Lo extendió y dijo:
- Quisiera que volvieses a cubrirte de buenos manjares.
Y apenas hubo expresado su deseo, el lienzo quedó cubierto de platos, llenos de sabrosísimas viandas. "Ahora veo -díjose­ en qué cocina guisan para mí. Mejor es esto que el oro y la plata", pues se daba perfecta cuenta de que había encontrado una mesa prodigiosa.
Pero considerando que aquel mantel no era aún un tesoro suficiente para poder retirarse a vivir en su casa con tranquilidad y holgura, continuó sus andanzas, siempre en pos de la fortuna.
Un anochecer se encontró, en un bosque solitario, con un carbonero, todo tiznado y cubierto de polvo negro, que estaba haciendo carbón y tenía al fuego unas patatas destinadas a su cena.
- ¡Buenas noches, mirlo negro! -le dijo, saludándolo-. ¿Qué tal lo pasas, tan solito?
- Pues todos los días igual, y cada noche patatas para cenar -respondió el carbonero-. Si te apetecen, te invito.
- ¡Muchas gracias! -dijo el viajero-, no quiero privarte de tu comida; tú no esperabas invitados. Pero si te contentas con lo que yo pueda ofrecerte, serás tú mi huésped.
- ¿Y quién te traerá las viandas? Pues, por lo que veo, no llevas nada, y en dos horas a la redonda no hay quien pueda venderte comida.
- Así y todo -respondió el otro-, te voy a ofrecer una cena como jamás viste igual.
Y, sacando el mantel de la mochila, lo extendió en el suelo y dijo: "¡Mantelito, cúbrete!", y en el acto aparecieron cocidos y guisados, todo caliente como si saliese de la cocina. El carbonero abrió unos ojos como naranjas, pero no se hizo rogar, sino que alargó la mano y se puso a embaular tasajos como el puño. Cenado que hubieron, el carbonero dijo, con aire satisfecho:
- Oye, me gusta tu mantelito; me iría de perlas aquí en el bosque, donde nadie cuida de cocerme nada que sea apetitoso. Te propongo un cambio. Mira aquella mochila de soldado, colgada allí en el rincón; es verdad que es vieja y no tiene aspecto; pero posee virtudes prodigiosas. Como yo no la necesito, te la cambiaría por tu mantel.
- Primero tengo que saber qué prodigiosas virtudes son esas que dices -respondió el viajero.
- Te lo voy a decir -explicó el carbonero-: Cada vez que la golpees con la mano, saldrán un cabo y seis soldados, armados de punta en blanco, que obedecerán cualquier orden que les des.
- Bien, si no tienes otra cosa -dijo el otro-, acepto el trato.
Dio el mantel al carbonero, descolgó la mochila del gancho y, colgándosela al hombro, se despidió.
Después de haber andado un trecho, quiso probar las virtudes maravillosas de la mochila y le dio unos golpes. Inmediatamente aparecieron los siete guerreros, preguntando el cabo:
- ¿Qué ordena Su Señoría?
- Volved al encuentro del carbonero, a marchas forzadas, y exigidle que os entregue el mantelito.
Los soldados dieron media vuelta a la izquierda, y al poco rato estaban de regreso con el mantel, que, sin gastar cumplidos, habían quitado al carbonero. Mandóles entonces que se retirasen y prosiguió la ruta, confiando en que la fortuna se le mostraría aún más propicia. A la puesta del sol llegó al campamento de otro carbonero, que estaba también cociendo su cena.
- Si quieres cenar conmigo patatas con sal, pero sin manteca, siéntate aquí -invitó el tiznado desconocido.
- No -rechazó él-. Por esta vez, tú serás mi invitado.
Y desplegó el mantel, que al instante quedó lleno de espléndidos manjares. Cenaron y bebieron juntos, con excelente humor, y luego dijo el carbonero:
- Allí, en aquel banco, hay un sombrerillo viejo y sobado, pero que tiene singulares propiedades. Cuando uno se lo pone y le da la vuelta en la cabeza, salen doce culebrinas puestas en hilera, que se ponen a disparar y derriban cuanto tienen por delante, sin que nadie pueda resistir sus efectos. A mí, el sombrerillo de nada me sirve y te lo cambiaría por el mantel.
- Sea en buena hora -respondió el mozo, y, cogiendo el sombrerillo, se lo encasquetó, entregando al propio tiempo el mantel al carbonero.
Cuando había avanzado otro trecho, golpeó la mochila y mandó, a los soldados que fuesen a recuperar el mantel. "Todo marcha a pedir de boca -pensó-, y me parece que no estoy aún al cabo de mi fortuna". Y no se equivocaba, pues al término de la jornada siguiente se encontró con un tercer carbonero, quien, como los anteriores, lo invitó a cenar sus patatas sin adobar. Él le ofreció también una opípara cena a costa del mantel mágico, quedando el carbonero tan satisfecho, que le propuso trocar la tela por un cuerno dotado de virtudes mayores todavía que el sombrerillo. Cuando lo tocaban, derrumbábanse murallas y baluartes, y, al final, ciudades y pueblos quedaban reducidos a montones de escombros. El joven aceptó el cambio, pero al poco rato envió a su tropa a reclamarlo, con lo que estuvo en posesión de la mochila, el sombrerillo y el cuerno. "Ahora -díjose- tengo hecha mi fortuna, y es hora de que vuelva a casa a ver qué tal les va a mis hermanos".
Al llegar a su pueblo, comprobó que sus hermanos, con la plata y el oro recogidos, se habían construido una hermosa casa y se daban la gran vida. Presentóse a ellos, pero como iba con su mochila a la espalda, el tronado sombrerillo en la cabeza y una chaqueta medio desgarrada, se negaron a reconocerlo por hermano suyo. Decían, burlándose de él:
- Pretendes hacerte pasar por hermano nuestro, el que despreció el oro y la plata porque pedía algo mejor. No cabe duda de que él volverá con gran magnificencia, en una carroza, como un verdadero rey, y no hecho un pordiosero -y le dieron con la puerta en las narices.
Él, indignado, púsose a golpear su mochila tantas veces, que salieron de ella ciento cincuenta hombres perfectamente armados, los cuales formaron y se alinearon militarmente. Mandóles rodear la casa, mientras dos recibieron orden de proveerse de varas de avellano y zurrar la badana a los dos insolentes hasta que se aviniesen a reconocerlo. Todo aquello originó un enorme alboroto; agrupáronse los habitantes para acudir en socorro de los atropellados; pero nada pudieron contra la tropa del mozo. Al fin, llegó el hecho a oídos del Rey, el cual, airado, envió al lugar del suceso a un capitán al frente de su compañía, con orden de arrojar de la ciudad a aquellos aguafiestas. Pero el hombre de la mochila reunió en un santiamén una tropa mucho más numerosa y rechazó al capitán con todos sus hombres, que hubieron de retirarse con las narices ensangrentadas. Dijo el Rey:
- Hay que parar los pies a ese aventurero, cueste lo que cueste.
Y al día siguiente envió contra él huestes más numerosas, pero no obtuvo mejor éxito que la víspera. El adversario le opuso más gente y, para terminar más pronto, dando un par de vueltas a su sombrerillo, comenzó a entrar en juego la artillería, que derrotó al ejército del Rey y lo puso en vergonzosa fuga.
- Ahora no haré las paces -dijo- hasta que el Rey me conceda la mano de su hija y me nombre regente del reino.
Y, mandando comunicar su decisión al Rey, dijo éste a su hija:
- ¡Dura cosa es la necesidad! ¿Qué remedio me queda, sino ceder a lo que exige? Si quiero tener paz y guardar la corona en mi cabeza, fuerza es que me rinda a sus demandas.
Celebróse, pues, la boda; pero la princesa sentía gran enojo por el hecho de que su marido fuese un hombre vulgar, que iba siempre con un sombrero desastrado y una vieja mochila a la espalda. ¡Con qué gusto se habría deshecho de él! Así, se pasaba día y noche dándole vueltas a la cabeza para poner en práctica su deseo. Pensó: "¿Estarán, tal vez, en la mochila sus prodigiosas fuerzas?" Y empezó a tratarlo con fingido cariño, hasta que, viendo que se ablandaba su corazón, le dijo:
- ¿Por qué no tiras esa vieja mochila? Te afea tanto que me da vergüenza de ti.
- Querida -respondióle-, esta mochila es mi mayor tesoro, mientras la posea, no temo a ningún poder del mundo -. Y le reveló la virtud mágica de que estaba dotada.
Ella le echó los brazos al cuello como para abrazarlo y besarlo, pero con un rápido movimiento le quitó el saco del hombro y escapó con él. En cuanto estuvo sola, se puso a golpearlo y ordenó a los soldados que detuviesen a su antiguo señor y lo arrojasen de palacio. Obedecieron ellos, y la pérfida esposa envió aún otros más con orden de echarlo del país. El hombre estaba perdido, de no haber contado con el sombrerillo. No bien tuvo las manos libres, le dio un par de vueltas, y en el acto empezó a tronar la artillería, destruyéndolo todo, por lo que la princesa no tuvo más remedio que presentarse a pedirle perdón.
De momento se mostró cariñosa con su marido, simulando amarlo muchísimo, y supo trastornarte de tal modo, que él le confió que, aun en el caso de que alguien se apoderase de su mochila, nada podría contra él mientras no le quitase también el sombrerillo. Conociendo, pues, su secreto, la mujer aguardó a que estuviese dormido; entonces le arrebató el sombrero y lo hizo arrojar a la calle.
Pero todavía la quedaba al hombre el cuerno y, en un acceso de cólera, se puso a tocarlo con todas sus fuerzas. Pronto se derrumbó todo: murallas, fortificaciones, ciudades y pueblos, matando al Rey y a su hija. Y si no hubiese cesado de soplar el cuerno, sólo con que hubiera seguido tocándolo un poquitín más, todo habría quedado convertido en un montón de ruinas, sin dejar piedra sobre piedra. Ya nadie se atrevió a resistirlo, y se convirtió en rey de todo el país.
Bir zamanlar üç erkek kardeş vardı; üçü de günden güne o kadar fakir düştü ki, açlığa mahkum oldular, hiç yiyecekleri kalmadı.
Aralarında konuştular. "Bu böyle gidemez, yollara düşelim ve talihimizi deneyelim" diyerek yol çıktılar. Az gittiler uz gittiler, dere tepe düz gittilerse de talih yüzlerine hiç gülmedi.
Derken günün birinde koskoca bir ormana geldiler. Bu ormanın ortasında bir dağ vardı; yaklaştıklarında bu dağın gümüşten olduğunu gördüler.
En büyük oğlan, "Ben kendi talihimi buldum, bundan daha fazlasını istemem" dedi. Bu dağdan taşıyabildiği kadar gümüş alarak tekrar eve döndü.
Öbür iki kardeş, "Biz daha fazlasını istiyoruz, sadece gümüşle yetinmeyiz" diyerek dağa hiç el sürmeden yollarına devam ettiler.
Birkaç gün gittikten sonra bir dağa ulaştılar, bütün dağ altından oluşmuştu. Ortanca oğlan durdu, düşündü, kendinden pek emin değildi.
"Ne yapsam? Buradan altın alıp da ömrümün sonuna kadar rahat mı yaşasam, yoksa yoluma devam mı etsem?" diye söylendi. Sonunda karar verdi, ceplerini altınla doldurarak kardeşine hoşça kal diyerek eve döndü.
Üçüncü oğlan, "Gümüşle altın bana vız gelir; ben talihimi küstürmeyeceğim, belki daha iyi bir ödül alırım" diyerek yoluna devam etti.
Uç gün sonra ilkinden çok daha büyük olan, ucu bucağı belli olmayan ikinci bir ormana geldi. Ne yiyeceği ne de içeceği vardı, nerdeyse ölecekti. Bu yüzden ormanın sonunu görebilmek amacıyla bir ağaca tırmandı, ama nereye baktıysa her tarafta ağaç tepelerinden başka bir şey görmedi. Ve ağaçtan inmeyi düşündü.
Açlık canına o kadar tak etmişti ki, "Bir kere karnımı doyursam, başka bir şey istemem" diye söylendi. Ve aşağı iner inmez ağacın altında üstü buram buram kokan yemeklerle dolu bir masa görünce çok şaşırdı.
"Bu kez isteğim tam zamanında gerçekleşti" diye mırıldanarak yemeği kimin pişirdiğini, kimin getirdiğini sorgu sual etmeden sofraya oturdu ve karnı doyana kadar afiyetle yedi. Daha sonra, "Şu incecik beyaz masa örtüsü bu ormanda kalırsa paralanıp gider, yazık olur" diyerek örtüyü özenle katladı ve cebine soktu.
Sonra yoluna devam etti; akşam olunca yine karnı acıktı ve örtüyü denedi.
"Yanında yine güzel bir yemek olmasını isterdim" dedi. Bu sözcükler ağzından henüz çıkmıştı ki, tabaklar dolusu leziz yemekler sofrayı doldurdu.
"Bu yemeklerin hangi mutfakta piştiğini anladım; ben bunu altın ve gümüş dağlara tercih ederim." Bu bir tür 'kurul sofram, kurul' olmalıydı! Yine de bu örtü onu dünyayı dolaşarak talihini aramaktan alıkoyamadı.
Bir akşam ıssız bir ormanda üstü başı kapkara bir oduncuya rastladı. Kömür yakmış, ocağa patates sürmüştü, yani yemek hazırlıyordu.
"Merhaba, hemşerim, n'apıyorsun buralarda yapayalnız?" diye sordu.
"Her gün yaptığım şeyi" diye karşılık verdi ormancı. "Her akşam da patates yiyorum; misafirim olmak ister misin?"
"Çok sağ ol, ama sana bir şey kalmayacak, çünkü misafir beklemiyordun. Asıl sen benim misafirim ol!"
"Sofrayı kim kuracak ki? Bakıyorum, yanında hiçbir şey yok. Birkaç saat etrafa göz atsan da sana yemek veren çıkmaz."
"Yine de senin karnın doyacak. Şimdiye kadar hiç böyle lezzetli yemek yememişsindir" diyen oğlan zembilinden çıkardığı örtüyü yere serdi. "Kurul sofram" der demez ocaktan yeni çıkmış gibi buram buram tüten, hem haşlanmış hem de kızarmış etten oluşmuş güzel bir sofra hazırlandı.
Oduncunun gözleri fal taşı gibi açıldı, karşısındakinden rica falan beklemeden yemeklere saldırdı, koca koca lokmaları mideye indirdi.
Yemekten sonra oduncu kıs kıs gülerek şöyle dedi: "Dinle, senin bu örtün alkışı hak etti. Tam bana göre, çünkü bu ormanda bana yemek pişirecek hiç kimse yok. Sana bir öneride bulunacağım. Şu köşede bir asker zembili var, her ne kadar gösterişsiz ve eski de olsa mucizevi bir güce sahip. Ama ona ihtiyacım olmadığı için istersen örtüyle değişelim?
"Önce onun nasıl bir güce sahip olduğunu bilmek isterim ama" diye karşılık verdi oğlan.
"Söyleyeyim" diye cevap verdi oduncu. "Ne zaman elinle üzerine hafifçe vursan, içinden tepeden tırnağa silahlı altı adam çıkacak ve sen ne istersen onlar alıp getirecek."
"Hadi öyle olsun, değişelim o zaman" diyen oğlan, oduncuya örtüyü verdikten sonra duvara asılı zembili sırtladı, sonra da vedalaşarak oradan ayrıldı.
Bir süre yol aldıktan sonra zembilin gücünü denemek istedi ve eliyle vurdu. Hemen içinden yedi tane savaşçı çıktı:
"Efendimiz, hükümdarımız ne buyurur?" diye sordular.
"Hemen oduncunun yanma varın ve benim örtümü alıp getirin!"
Adamlar geri dönüş yaptı ve aradan çok geçmeden oduncuya hiç soru sormadan örtüyü alıp getirdiler.
Oğlan yine yoluna devam etti, bu kez talihinin daha da yaver gitmesini istedi.
Güneş batarken ateşte akşam yemeği hazırlayan bir başka oduncuya rastladı. Üstü başı kurum içinde kalmış oduncu, "Benimle yemek yer misin?" diye sordu. "Patatesle tuz var, tereyağı yok, gel otur!"
"Hayır" diye cevap verdi oğlan, "Sen benim misafirim ol!"
Ve örtüsünü yere yaydı; derken en güzel yemekler ortaya çıkıverdi. Birlikte yiyip içtiler; her şey harikaydı.
Yemekten sonra oduncu, "Şu yukarıdaki ranzada eski ve yıpranmış bir şapka var. Çok özel bir şapka bu; başına geçirip de şöyle bir çevirirsen tepeden tırnağa silahlı on iki asker çıkıp önüne gelen her şeyi vurup harap eder, hiç kimse onlara karşı gelemez" dedi. "Ama bunun bana artık bir yararı yok. İstersen senin şu örtünle değişelim."
"Fena olmaz" diye cevap veren oğlan şapkayı başına takarak örtüyü oduncuya bıraktı.
Bir süre yol aldıktan sonra zembiline eliyle vurdu, içinden çıkan askerlere gidip örtüyü almalarını emretti.
"Talihim yaver gidiyor" diye düşündü. "Ama bu yeterli değil."
Nitekim yanılmadı. Ertesi gün yine patates kızartmakta olan üçüncü bir oduncuya rastladı. Ve onu, örtüsünün hazırladığı sofraya buyur etti. Yemek oduncunun o kadar hoşuna gitti ki, masa örtüsü karşılığında oğlana bir borazan teklif etti. Bunun şapkadan daha başka bir özelliği vardı. Bir üfledin mi, tüm surlar, kaleler ve şehirler, yüzlerce köy, hepsi anında yıkılıp yok oluveriyordu!
Oğlan örtüyü oduncuya verdi, ama adamlarına yine geri aldırttı. Böylece zembil, şapka ve borazan onun olmuştu!
"Şimdi ben kudretli bir adam oldum. Eve dönmemin sırasıdır; bakayım kardeşlerim ne yapıyor?" diye söylendi.
Eve döndüğünde baktı ki, kardeşleri altın ve gümüşten çok güzel bir ev yapmış, har vurup harman savuruyorlardı. Yanlarına vardı, ama üzerinde yırtık pırtık bir elbise, başında eski bir şapka, sırtında da bir zembil olduğu için kardeşleri onu tanımadı.
Onunla alay ederek, "Sen altın ve gümüşü reddederek daha güzel bir talih peşinde koşan kardeşimiz olduğunu söylüyorsun. Gerçekten kendisi çıkagelmiş olsaydı kuşkusuz krallara yakışan bir kıyafette gelirdi, yoksa bir dilenci gibi değil" diyerek onu kapı dışarı ettiler.
Oğlan öfkelendi ve içinden yüz elli asker çıkıncaya kadar zembiline vurdu. Onlara evi kuşatmalarını, kardeşlerini derileri kabarıncaya kızılcık sopasıyla kadar dövmelerini istedi.
Şehir halkı toplandı, yardım etmek istedilerse de askerlerle baş edemedi. Sonunda krala haber verdiler. Kral üşendi ve şehre subaylarından bir yüzbaşıyı gönderdi. Ama zembilli oğlan çok daha fazla sayıda savaşçı çıkarınca yüzbaşı tüm askerlerini burunları kanamadan geri çekti.
Kral, "Bu herifi yakalamak lazım" diyerek ertesi gün daha fazla kuvvet gönderdi, ama onlar daha da az başarı gösterdi. Oğlan karşısına aldığı halkın üstesinden bir an önce gelmek istediği için başındaki şapkasını birkaç kez döndürdü; ağır toplar harekete geçti ve kralın adamları yenilgiye uğrayarak kaçıp gittiler.
"Kralın kızıyla evlenmeden ve tüm krallığı elime almadan bu halka rahat yok" diye krala haber gönderdi.
Kral kızıyla konuştu. "Bu adam çetin cevizmiş! Onun istediğini yapmaktan başka ne çarem var ki? Barışın sağlanması ve tacımı korumam için seni ona vermek zorundayım."
Neyse, düğün yapıldı ve kutlandı. Ama sırtında zembil, başında eski bir şapka taşıyan kocasının vicdansız bir herif oluşu kral kızının canını çok sıkmıştı. Ondan nasıl kurtulsam diye gece gündüz düşünüp durdu. Acaba onun bu mucizevi gücü zembilden kaynaklanıyor olmasın diye düşündü. Sonra onu sevip kucaklayarak kalbini kazanmayı becerdi ve "Şu eski zembili boynundan atıp bir kenara koysana, seni o kadar çirkinleştiriyor ki, senin adına utanıyorum artık" dedi.
"Bak yavrum, bu benim en büyük hazinem. O boynumda asılı olduğu sürece hiçbir güçten korkmam ben" diyen oğlan ona zembilin kerametini anlattı. Kadın onun boynuna atılarak öper gibi yaptı, ama birden o zembili alıp kaçtı. Yalnız kalınca da zembile vurarak içinden çıkan savaşçılara eski efendilerini tutuklayıp sarayın zindanına atmalarını emretti. Sözünü dinlediler ve ikiyüzlü kadın daha fazla adam toplayarak onu sürgüne yollamak istedi. Şapkası olmamış olsaydı oğlan davayı kaybedecekti. Elleri serbest kalır kalmaz şapkasını birkaç kez döndürdü; ağır toplar ortalığı duman etti, her yer allak bullak oldu.
Öyle ki kral kızı bizzat gelerek oğlandan merhamet diledi. Onca yalvarış karşısında oğlan barışa razı oldu. Bu defa kız ona çok yakınlık gösterdi, hep onu sever gibi yaparak kandırdı ve bir süre sonra sırrını öğrendi: yani zembile sahip olanın her türlü gücü elinde tuttuğunu, ama şapkasız bunun bir işe yaramayacağını biliyordu artık. Kocasının uyumasını bekledi, sonra şapkasını aldı ve daha sonra da onu sokağa attırdı.
Ama borazan hâlâ oğlandaydı, tüm gücüyle onu üfledi. O anda her şey yıkıldı: surlar, kaleler, şehirler ve köyler. Bu arada kral ile kızı da öldü. Eğer borazanı biraz daha üflemiş olsaydı taş üstüde taş kalmazdı.
Böylece kimse ona karşı çıkamadı ve tüm krallığı ele geçiren oğlan kral oldu.