La dama duende


Frau Trude


Vivió hace mucho tiempo, en un país muy lejano, una linda muchachita curiosa, indiscreta y desobediente. Sus padres no conseguían sacar partido de ella, tan rebelde como era, y les preocupaba que siguiera creciendo sin poder domar su testarudez. Un día se dirigió a ellos con estas palabras: - Mamá, papá, he decidido ir a conocer a la famosa Dama Duende.
- ¡No vayas hija mía!, - Le advirtieron ellos - Pues su fama proviene de su maldad. Es una mujer siniestra que no guarda nada bueno y no será una visita provechosa para ti. - Sin embargo, - contestó la muchacha - yo he oído que es capaz de hacer prodigios y que dispone de poderes mágicos que le permiten realizar las mayores maravillas. ¡Iré a conocerla!
De nada sirvieron las advertencias, súplicas y consejos de sus progenitores, y a la mañana siguiente la chiquilla partió en busca de la misteriosa Dama Duende. Caminando por la vereda que conducía a lo más recóndito del bosque, al fín halló la cabaña donde habitaba la extraña mujer: - Entra y cálmate, estás temblando como un ratoncillo asustado - Observó la enigmática Dama al verla.
- Señora, viniendo hacia aquí he encontrado a un hombre verde que me ha dado un susto de muerte - Explicó la muchacha. - No había razón para tanto miedo, seguramente sería un cazador. - Alegó la dama dulcemente. - También me topé con un hombre negro que me hizo temblar. - Sería un carbonero, no había motivo para temerle. - Razonó la mujer acercándose a la niña.
- Dama Duende, debo deciros que mientras venía hacia aquí para conoceros hubo otro incidente que me provocó mucho miedo: se cruzó en mi camino un hombre rojo. - A buen seguro era un carnicero: no había motivo para tu miedo. - Respondía la Dama Duende con paciencia. En su cara, una enigmática mueca comenzaba a perfilarse y su voz se tornaba más zalamera con cada palabra pronunciada.
- También me ocurrió, Señora, que antes de llamar a vuestra puerta atisbé por la ventana y ví al demonio en persona, echando fuego por la boca, con afiladas garras y lanzando estertóreos aullidos. - ¡Ja, ja, ja! - La dama no pudo evitar una sardónica carcajada, al tiempo que cambiaba su agradable y dulce aspecto por el de una horrible bruja, encorvada y fea.
- Lo único que viste - continuó hablando la mujer a la niña cada vez más espantada -, fue a la Dama Duende ataviada con sus mejores galas y luciendo su verdadero aspecto. Pero no te preocupes, porque llevo mucho tiempo esperándote y tu misión a mi lado va a comenzar en breve. ¡Acércate a mi lado, que me alumbrarás! "Sin duda requiere mi ayuda," - pensó la incauta niña.
Pero cuando se acercó a la bruja, ésta la convirtió en un tronco de leña que echó a la lumbre de la chimenea, y cuando ya había prendido con el fuego, la horripilante bruja se sentó cerca y dijo en voz alta: - ¡Esta si que da luz! ¡Otra alma inocente en mi hoguera aumentará aún más mi poder! Y nunca más se supo de la curiosa niña y nunca se apagó la llama de aquel tenebroso hogar.
There was once a little girl who was obstinate and inquisitive, and when her parents told her to do anything, she did not obey them, so how could she fare well? One day she said to her parents, "I have heard so much of Frau Trude, I will go to her some day. People say that everything about her does look so strange, and that there are such odd things in her house, that I have become quite curious!" Her parents absolutely forbade her, and said, "Frau Trude is a bad woman, who does wicked things, and if thou goest to her; thou art no longer our child." But the maiden did not let herself be turned aside by her parent's prohibition, and still went to Frau Trude. And when she got to her, Frau Trude said, "Why art thou so pale?" - "Ah," she replied, and her whole body trembled, "I have been so terrified at what I have seen." - "What hast thou seen?" - "I saw a black man on your steps." - "That was a collier." - "Then I saw a green man." - "That was a huntsman." - "After that I saw a blood-red man." - "That was a butcher." - "Ah, Frau Trude, I was terrified; I looked through the window and saw not you, but, as I verily believe, the devil himself with a head of fire." - "Oho!" said she, "then thou hast seen the witch in her proper costume. I have been waiting for thee, and wanting thee a long time already; thou shalt give me some light." Then she changed the girl into a block of wood, and threw it into the fire. And when it was in full blaze she sat down close to it, and warmed herself by it, and said, "That shines bright for once in a way."