白雪公主


Blancanieves


严冬时节,鹅毛一样的大雪片在天空中到处飞舞着,有一个王后坐在王宫里的一扇窗子边,正在为她的女儿做针线活儿,寒风卷着雪片飘进了窗子,乌木窗台上飘落了不少雪花。 她抬头向窗外望去,一不留神,针刺进了她的手指,红红的鲜血从针口流了出来,有三点血滴落在飘进窗子的雪花上。 她若有所思地凝视着点缀在白雪上的鲜红血滴,又看了看乌木窗台,说道:"但愿我小女儿的皮肤长得白里透红,看起来就像这洁白的雪和鲜红的血一样,那么艳丽,那么骄嫩,头发长得就像这窗子的乌木一般又黑又亮!"
她的小女儿渐渐长大了,小姑娘长得水灵灵的,真是人见人爱,美丽动人。 她的皮肤真的就像雪一样的白嫩,又透着血一样的红润,头发像乌木一样的黑亮。 所以王后给她取了个名字,叫白雪公主。 但白雪公主还没有长大,她的王后妈妈就死去了。
不久,国王爸爸又娶了一个妻子。 这个王后长得非常漂亮,但她很骄傲自负,嫉妒心极强,只要听说有人比她漂亮,她都不能忍受。 她有一块魔镜,她经常走到镜子面前自我欣赏,并问道:
"告诉我,镜子,告诉我实话!
这儿所有的女人谁最漂亮?
告诉我她是谁? "
镜子回答道:"是你,王后!你就是这儿最漂亮的女人。"
听到这样的话,她就会满意地笑起来。 但白雪公主慢慢地长大,并出落得越来越标致漂亮了。 到了七岁时,她长得比明媚的春光还要艳丽夺目,比王后更美丽动人。 直到有一天,王后像往常一样地去问那面魔镜时,镜子作出了这样的回答:
"王后,你是美丽漂亮的,但是白雪公主要比你更加漂亮!"
她听到了这话,心里充满了愤怒和妒忌,脸也变得苍白起来。 她叫来了一名仆人对他说:"给我把白雪公主抓到大森林里去,我再也不希望看到她了。"仆人把白雪公主带走了。 在森林里他正要动手杀死她时,她哭泣着哀求他不要杀害她。 面对楚楚动人的可怜小公主的哀求,仆人的同情之心油然而生,他说道:"你是一个人见人爱的孩子,我不会杀害你。"这样,他把她单独留在了森林里。 当仆人决定不再杀害白雪公主,而把她留在那儿时,尽管他知道在那荒无人际的大森林里,她十有八九会被野兽撕成碎片,但想到他不必亲手杀害她,他就觉得压在心上的一块沉重的大石头落了下来。
仆人走了以后,白雪公主一个人非常害怕,她在森林里到处徘徊,寻找出去的路。 野兽在她身旁吼叫,但却没有一个去伤害她。 到了晚上,她来到了一间小房子跟前。 当她确定这间房子没有人时,就推门走进去想休息一下,因为她已经实在走不动了。 一进门,她就发现房子里的一切都布置得井井有条,十分整洁干净。 一张桌子上铺着白布,上面摆放着七个小盘子,每个盘子里都装有一块面包和其它一些吃的东西,盘子旁边依次放着七个装满葡萄酒的玻璃杯,七把刀子和叉子等,靠墙还并排放着七张小床。 此时她感到又饿又渴,也顾不得这是谁的了,走上前去从每块面包上切了一小块吃了,又把每只玻璃杯里的酒喝了一点点。 吃过喝过之后,她觉得非常疲倦,想躺下休息休息,于是来到那些床前,七张床的每一张她几乎都试过了,不是这一张太长,就是那一张太短,直到试了第七张床才合适。 她在上面躺下来,很快就睡着了。
不久,房子的主人们回来了,他们是七个在山里开矿采金子的小矮人。 他们点亮七盏灯,马上发现有人动过房子里的东西。 第一个问:"谁坐过我的凳子?"第二个问:"谁吃过我盘子里的东西?"第三个问:"谁吃过我的面包?"第四个问:"谁动了我的调羹?"第五个问:"谁用过我的叉子?"第六个问:"谁用过我的小刀?"第七个问:"谁喝过我的葡萄酒?"第一个接着向四周瞧,走到床前,叫道:"是谁在我的床上睡过?"其余的一听都跑过来,紧跟着他们也都叫了起来,因为他们都看得出有人在他们的床上躺过。 第七个矮人一看他的床上正睡着的白雪公主,立刻把他的兄弟们都叫了过来,他们拿来灯,仔细照着白雪公主看了好一阵子,惊奇地感叹道:"我的天哪,她是一个多么可爱的孩子呀!"他们欣喜而又爱怜地看着她,生怕将她吵醒了。 晚上,第七个小矮人轮着和其他的几个小矮人每人睡一个小时,度过了这个夜晚。
第二天早上,白雪公主醒来后见有七个小矮人围着她,吓了一大跳,但他们非常和气地问她说:"你叫什么名字?"看着他们那善良朴实的面孔和热情的目光,她回答说:"我叫白雪公主。"小矮人们又问:"你是怎样到我们家里来的?"于是,白雪公主向他们讲述了自己的全部经历。 他们听了非常同情,说道:"如果你愿意为我们收拾房子、做饭、洗衣服、纺线、缝补衣裳,你可以留在这儿,我们会尽心照料你的。"白雪公主很乐意地说:"好的,我非常愿意。"这样,七个小矮人每天到山里寻找金子和银子,白雪公主则待在家里干些家务活。 他们告诫她说:"王后不久就会找出你在哪儿的,你千万不要让任何人进屋来。"
那个仆人回来复命后,王后以为白雪公主已经死了,这下,她一定是全国最漂亮的女人了,她走到魔镜面前说:
"告诉我,镜子,告诉我实话!
全国所有的女人谁最漂亮?
告诉我她是谁? "
镜子回答说:
"是你,王后!
你是这块地方最漂亮的女人,
但是在山的那一边,
在那绿色的树荫下,
有七个小矮人建造的小房屋,
白雪公主就躲藏在那里,
哎呀,王后!
她比你更漂亮。 "
王后听了大吃一惊,因为她知道这面镜子是从不说假话的,一定是那仆人蒙骗了她,她决不能容忍有任何比她更漂亮的人活在这个世上。 所以,她把自己装扮成一个卖杂货的老太婆,翻山越岭来到了那七个小矮人的住处。 她敲着门喊道:"卖杂货,多好的杂货呀!"白雪公主从窗户往外看去,说道:"老人家,你好!你卖的是什么啊?"她回答道:"好东西,好漂亮的东西,有各种颜色的带子和线筒。"白雪公主暗想:"这老太婆,好像并不是那种坏人,就让她进来吧。"想到这里,她跑过去打开门。 老太婆进来后说道:"哎呀!看你的胸带多差呀,来吧,让我给你系上一根漂亮的新带子。"白雪公主做梦也没想到这会有危险,所以她走上前去站在了老太婆的面前。 老太婆很熟练地将带子给她系在胸前,系着系着,突然,她猛地用力将带子拉紧,白雪公主便被勒得透不过气来,很快失去知觉倒在了地上,就像死去了一样。 看到她的样子,恶毒的王后说道:"这下你的美丽该结束了吧!"说完放心地走了。
晚上,七个小矮人回来了,当他们看到他们诚实可爱的白雪公主躺在地上一动不动,就像死了一样时,他们的心马上缩紧了,急忙上前将她抬了起来,他们马上剪断了带子。 过了一会儿,白雪公主慢慢地开始呼吸了,不久她又活了过来。 听她讲完事情的经过后,他们说道:"那个老太婆就是王后,下次你要当心,在我们离开后,千万不要让任何人进来。"
王后一回到家里,就迫不急待地径直走到魔镜面前,像往常一样对着镜子说话。 但令她吃惊的是镜子的回答仍然是这样的:
"是你,王后!
你是这块地方最漂亮的女人,
但是在山的那一边,
在那绿色的树荫下,
有七个小矮人建造的小房屋,
白雪公主就躲在那里,
哎呀,王后!
她比你更漂亮。 "
知道白雪公主仍然活着,恼怒与怨恨使王后浑身血气翻涌,心里却凉透了。 她不甘心,不能忍受,于是又对自己进行打扮,这次的伪装尽管还是一个老太婆,但却完全不同于上次。 伪装好后,她带上一把有毒的梳子,翻山越岭来到了七个小矮人的房门前,敲着门喊道:"买不买东西哟!"白雪公主在里面听到了,把门握开一条缝说道:"我可不敢让别人进来了。"王后连忙说道:"你只要看看我这把漂亮的梳子就行了。"说完把那把有毒的梳子递了进去。 梳子看起来的确很漂亮,白雪公主拿过梳子,想在头上试着梳一梳,但就在梳子刚碰到她的头时,梳子上的毒力发作了,她倒在地上,失去了知觉。 王后冷笑着说道:"你早该这样躺着了。"说完就走了。
幸运的是这天晚上,小矮人们回来得很早,当他们看见白雪公主躺在地上时,知道一定又发生了不幸的事情,急忙将她抱起来查看,很快就发现了那把有毒的梳子。 他们将它拔了出来,不久,白雪公主恢复了知觉,醒了过来。 接着,她把事情发生的经过告诉了他们,七个小矮人再次告诫她,任何人来了都不要再开门。
此刻,王后已回到王宫,站在了魔镜前,询问着镜子,但听到的竟还是和上次相同的回答。 这下,她气得浑身都哆嗦起来了,她无法忍受这样的回答,狂叫道:"白雪公主一定要死,即使以我的生命为代价也在所不惜!"她悄悄地走进一间偏僻的房子里,精心制做了一个毒苹果。 这苹果的外面看起来红红的,非常诱人,但只要吃一点就会要人的命。 接着,她将自己装扮成一个农妇,翻山越岭又来到了小矮人的房舍,伸手敲了敲门。 白雪公主把头从窗户里探出来说道:"我不敢让人进来,因为小矮人们告诫我,任何人来了都不要开门。""就随你吧,"老农妇拿出那个毒苹果说道,"可是这苹果实在是太漂亮可爱了,我就作一个礼物送给你吧。"白雪公主说道:"不,我可不敢要。"老农妇急了:"你这傻孩子,你担心什么?难道这苹果有毒吗?来!你吃一半,我吃一半。"说完就将苹果分成了两半。 其实,王后在做毒苹果时,只在苹果的一边下了毒,另一边却是好的。 白雪公主看了看那苹果,很想尝一尝,因为那苹果看起来很甜美。 她看见那农妇吃了那一半,就再也忍不住了,接过另一半苹果咬了一口。 苹果刚一进口,她就倒在地上死去了。 王后一见,脸上露出了快意的狞笑,说道:"这次再没有人能救你的命了!"她回到王宫,来到魔镜前,问道:
"告诉我,镜子,告诉我实话!
全国所有的女人谁最漂亮?
告诉我她是谁? "
镜子回答道:
"是你,王后!
你就是全国最漂亮的女人。 "
听到这句话,王后的嫉妒心才安定下来,感到十分愉快和幸福。 夜幕降临时,小矮人都回到了家里,他们发现白雪公主躺在地上,嘴里没有了呼吸。 他们不相信她真的死了,将她抱了起来,给她梳头发,用酒和水为她洗脸,但一切都是徒劳的,因为小姑娘看来已真的死了。 他们极为伤心地将她放在棺木上,七个小矮人坐在旁边守着。 他们悲痛欲绝,整整守了三天三夜。 最后他们绝望了,准备将她入土掩埋,但看到白雪公主的脸色红润依旧,栩栩如生,他们说:"我们不能把她埋在阴冷黑暗的地下。"所以,他们做了一口从外面也能看见她的玻璃棺材把她放了进去,棺材上用金子嵌着白雪公主的名字及铭文。 小矮人们将棺材安放在一座小山上面,由一个小矮人永远坐在旁边看守。 天空中飞来不少鸟儿,首先是一只猫头鹰,接着是一只渡鸦,最后飞来的是一只鸽子,它们都来为白雪公主的死而痛哭。
白雪公主就这样一直被安放在小山上,过了很久很久,她的样子看起来仍然像是在那儿安睡,皮肤仍然如雪一样的白嫩,脸色仍然透着血一般的红润,头发仍然如乌木一样又黑又亮。 直到有一天,一个王子来到了小矮人的房子前,拜访了七个小矮人。 在小山上,他看到了白雪公主及棺材上的铭文,心里非常激动,一刻也不能平静。 他对小矮人说要付给他们金钱,求他们让他把白雪公主和棺材带走。 但小矮人说:"就是用世界上所有的金子来换,我们也不会同意让她离我们而去的。"王子不停地恳求,甚至哀求。 看到他如此真心诚意,他们终于被他的虔诚所感动,同意让他把棺材带走。 但就在他叫人把棺材抬起准备回家时,棺材被撞了一下,那块毒苹果突然从她嘴里吐了出来,白雪公主马上醒了。 她茫然问道:"我这是在哪儿呀?"王子回答说:"你好端端地与我在一块儿。"接着,把发生的一切都告诉了她,最后说道:"我爱你胜过爱世界上的一切,走吧!与我到我父亲的王宫去,我将娶你做我的妻子。"白雪公主同意了,并与王子一同回了家。 在将一切准备好,将王宫装饰得富丽堂皇后,他们就要举行婚礼了,他们邀请了许多客人来参加婚礼。
在他们邀请的客人当中,其中就有白雪公主的继母王后,她将自己打扮得富贵典雅,对着魔镜说道:
"告诉我,镜子,告诉我实话!
全国所有的女人谁最漂亮?
告诉我她是谁? "
镜子回答说:
"是你,我想这儿是你最漂亮,
但是王子的新娘比你漂亮得多。 "
听到这些话,她又勃然大怒起来,但又无可奈何。 嫉妒心与好奇心使她决定去看看这位新娘。 当她到达举行婚礼的地方,才知道这新娘不是别人,正是她认为已经死去很久的白雪公主。 看到白雪公主,她气得昏了过去,自此便一病不起,不久就在嫉妒、愤恨与痛苦的自我煎熬中死去了。 白雪公主和王子结婚后,美满的生活充满了欢乐和幸福,他们一辈子都快快乐乐地在一起。
Había una vez, en pleno invierno, una reina que se dedicaba a la costura sentada cerca de una venta-na con marco de ébano negro. Los copos de nieve caían del cielo como plumones. Mirando nevar se pinchó un dedo con su aguja y tres gotas de sangre cayeron en la nieve. Como el efecto que hacía el rojo sobre la blanca nieve era tan bello, la reina se dijo.
-¡Ojalá tuviera una niña tan blanca como la nie-ve, tan roja como la sangre y tan negra como la madera de ébano!
Poco después tuvo una niñita que era tan blanca como la nieve, tan encarnada como la sangre y cuyos cabellos eran tan negros como el ébano.
Por todo eso fue llamada Blancanieves. Y al na-cer la niña, la reina murió.
Un año más tarde el rey tomó otra esposa. Era una mujer bella pero orgullosa y arrogante, y no po-día soportar que nadie la superara en belleza. Tenía un espejo maravilloso y cuando se ponía frente a él, mirándose le preguntaba:
¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?
Entonces el espejo respondía:
La Reina es la más hermosa de esta región.
Ella quedaba satisfecha pues sabía que su espejo siempre decía la verdad.
Pero Blancanieves crecía y embellecía cada vez más; cuando alcanzó los siete años era tan bella co-mo la clara luz del día y aún más linda que la reina.
Ocurrió que un día cuando le preguntó al espejo:
¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?
el espejo respondió:
La Reina es la hermosa de este lugar,
pero la linda Blancanieves lo es mucho más.
Entonces la reina tuvo miedo y se puso amarilla y verde de envidia. A partir de ese momento, cuando veía a Blancanieves el corazón le daba un vuelco en el pecho, tal era el odio que sentía por la niña. Y su envidia y su orgullo crecían cada día más, como una mala hierba, de tal modo que no encontraba reposo, ni de día ni de noche.
Entonces hizo llamar a un cazador y le dijo:
-Lleva esa niña al bosque; no quiero que aparez-ca más ante mis ojos. La matarás y me traerás sus pulmones y su hígado como prueba.
El cazador obedeció y se la llevó, pero cuando quiso atravesar el corazón de Blancanieves, la niña se puso a llorar y exclamó:
-¡Mi buen cazador, no me mates!; correré hacia el bosque espeso y no volveré nunca más.
Como era tan linda el cazador tuvo piedad y di-jo:
-¡Corre, pues, mi pobre niña!
Pensaba, sin embargo, que las fieras pronto la devorarían. No obstante, no tener que matarla fue para él como si le quitaran un peso del corazón. Un cerdito venía saltando; el cazador lo mató, extrajo sus pulmones y su hígado y los llevó a la reina como prueba de que había cumplido su misión. El cocine-ro los cocinó con sal y la mala mujer los comió cre-yendo comer los pulmones y el hígado de Blancanieves.
Por su parte, la pobre niña se encontraba en medio de los grandes bosques, abandonada por todos y con tal miedo que todas las hojas de los árbo-les la asustaban. No tenía idea de cómo arreglárselas y entonces corrió y corrió sobre guijarros filosos y a través de las zarzas. Los animales salvajes se cruza-ban con ella pero no le hacían ningún daño. Corrió hasta la caída de la tarde; entonces vio una casita a la que entró para descansar. En la cabañita todo era pequeño, pero tan lindo y limpio como se pueda imaginar. Había una mesita pequeña con un mantel blanco y sobre él siete platitos, cada uno con su pe-queña cuchara, más siete cuchillos, siete tenedores y siete vasos, todos pequeños. A lo largo de la pared estaban dispuestas, una junto a la otra, siete camitas cubiertas con sábanas blancas como la nieve. Como tenía mucha hambre y mucha sed, Blancanieves co-mió trozos de legumbres y de pan de cada platito y bebió una gota de vino de cada vasito. Luego se sin-tió muy cansada y se quiso acostar en una de las ca-mas. Pero ninguna era de su medida; una era demasiado larga, otra un poco corta, hasta que fi-nalmente la séptima le vino bien. Se acostó, se en-comendó a Dios y se durmió.
Cuando cayó la noche volvieron los dueños de casa; eran siete enanos que excavaban y extraían metal en las montañas. Encendieron sus siete faro-litos y vieron que alguien había venido, pues las co-sas no estaban en el orden en que las habían dejado. El primero dijo:
-¿Quién se sentó en mi sillita?
El segundo:
-¿Quién comió en mi platito?
El tercero:
-¿Quién comió de mi pan?
El cuarto:
-¿Quién comió de mis legumbres?
El quinto.
-¿Quién pinchó con mi tenedor?
El sexto:
-¿Quién cortó con mi cuchillo?
El séptimo:
-¿Quién bebió en mi vaso?
Luego el primero pasó su vista alrededor y vio una pequeña arruga en su cama y dijo:
-¿Quién anduvo en mi lecho?
Los otros acudieron y exclamaron:
-¡Alguien se ha acostado en el mío también! Mi-rando en el suyo, el séptimo descubrió a Blancanie-ves, acostada y dormida. Llamó a los otros, que se precipitaron con exclamaciones de asombro. Enton-ces fueron a buscar sus siete farolitos para alumbrar a Blancanieves.
-¡Oh, mi Dios -exclamaron- qué bella es esta ni-ña!
Y sintieron una alegría tan grande que no la des-pertaron y la dejaron proseguir su sueño. El séptimo enano se acostó una hora con cada uno de sus com-pañeros y así pasó la noche.
Al amanecer, Blancanieves despertó y viendo a los siete enanos tuvo miedo. Pero ellos se mostraron amables y le preguntaron.
-¿Cómo te llamas?
-Me llamo Blancanieves -respondió ella.
-¿Como llegaste hasta nuestra casa?
Entonces ella les contó que su madrastra había querido matarla pero el cazador había tenido piedad de ella permitiéndole correr durante todo el día hasta encontrar la casita.
Los enanos le dijeron:
-Si quieres hacer la tarea de la casa, cocinar, ha-cer las camas, lavar, coser y tejer y si tienes todo en orden y bien limpio puedes quedarte con nosotros; no te faltará nada.
-Sí -respondió Blancanieves- acepto de todo co-razón. Y se quedó con ellos.
Blancanieves tuvo la casa en orden. Por las ma-ñanas los enanos partían hacia las montañas, donde buscaban los minerales y el oro, y regresaban por la noche. Para ese entonces la comida estaba lista.
Durante todo el día la niña permanecía sola; los buenos enanos la previnieron:
-¡Cuídate de tu madrastra; pronto sabrá que estás aquí! ¡No dejes entrar a nadie!
La reina, una vez que comió los que creía que eran los pulmones y el hígado de Blancanieves, se creyó de nuevo la principal y la más bella de todas las mujeres. Se puso ante el espejo y dijo:
¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?
Entonces el espejo respondió.
Pero, pasando los bosques,
en la casa de los enanos,
la linda Blancanieves lo es mucho más.
La Reina es la más hermosa de este lugar
La reina quedó aterrorizada pues sabía que el es-pejo no mentía nunca. Se dio cuenta de que el caza-dor la había engañado y de que Blancanieves vivía. Reflexionó y buscó un nuevo modo de deshacerse de ella pues hasta que no fuera la más bella de la re-gión la envidia no le daría tregua ni reposo. Cuando finalmente urdió un plan se pintó la cara, se vistió como una vieja buhonera y quedó totalmente irre-conocible.
Así disfrazada atravesó las siete montañas y llegó a la casa de los siete enanos, golpeó a la puerta y gritó:
-¡Vendo buena mercadería! ¡Vendo! ¡Vendo!
Blancanieves miró por la ventana y dijo:
-Buen día, buena mujer. ¿Qué vende usted?
-Una excelente mercadería -respondió-; cintas de todos colores.
La vieja sacó una trenzada en seda multicolor, y Blancanieves pensó:
-Bien puedo dejar entrar a esta buena mujer.
Corrió el cerrojo para permitirle el paso y poder comprar esa linda cinta.
-¡Niña -dijo la vieja- qué mal te has puesto esa cinta! Acércate que te la arreglo como se debe.
Blancanieves, que no desconfiaba, se colocó delante de ella para que le arreglara el lazo. Pero rápi-damente la vieja lo oprimió tan fuerte que Blancanieves perdió el aliento y cayó como muerta.
-Y bien -dijo la vieja-, dejaste de ser la más bella. Y se fue.
Poco después, a la noche, los siete enanos regre-saron a la casa y se asustaron mucho al ver a Blanca-nieves en el suelo, inmóvil. La levantaron y descubrieron el lazo que la oprimía. Lo cortaron y Blancanieves comenzó a respirar y a reanimarse po-co a poco.
Cuando los enanos supieron lo que había pasado dijeron:
-La vieja vendedora no era otra que la malvada reina. ¡Ten mucho cuidado y no dejes entrar a nadie cuando no estamos cerca!
Cuando la reina volvió a su casa se puso frente al espejo y preguntó:
¡Espejito, espejito, de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?
Entonces, como la vez anterior, respondió:
La Reina es la más hermosa de este lugar,
Pero pasando los bosques,
en la casa de los enanos,
la linda Blancanieves lo es mucho más.
Cuando oyó estas palabras toda la sangre le aflu-yó al corazón. El terror la invadió, pues era claro que Blancanieves había recobrado la vida.
-Pero ahora -dijo ella- voy a inventar algo que te hará perecer.
Y con la ayuda de sortilegios, en los que era ex-perta, fabricó un peine envenenado. Luego se disfra-zó tomando el aspecto de otra vieja. Así vestida atravesó las siete montañas y llegó a la casa de los siete enanos. Golpeó a la puerta y gritó:
-¡Vendo buena mercadería! ¡Vendo! ¡Vendo!
Blancanieves miró desde adentro y dijo:
-Sigue tu camino; no puedo dejar entrar a nadie.
-Al menos podrás mirar -dijo la vieja, sacando el peine envenenado y levantándolo en el aire.
Tanto le gustó a la niña que se dejó seducir y abrió la puerta. Cuando se pusieron de acuerdo so-bre la compra la vieja le dilo:
-Ahora te voy a peinar como corresponde.
La pobre Blancanieves, que nunca pensaba mal, dejó hacer a la vieja pero apenas ésta le había puesto el peine en los cabellos el veneno hizo su efecto y la pequeña cayó sin conocimiento.
-¡Oh, prodigio de belleza -dijo la mala mujer-ahora sí que acabé contigo!
Por suerte la noche llegó pronto trayendo a los enanos con ella. Cuando vieron a Blancanieves en el suelo, como muerta, sospecharon enseguida de la madrastra. Examinaron a la niña y encontraron el peine envenenado. Apenas lo retiraron, Blancanieves volvió en sí y les contó lo que había sucedido. En-tonces le advirtieron una vez más que debería cui-darse y no abrir la puerta a nadie.
En cuanto llegó a su casa la reina se colocó frente al espejo y dijo:
¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?
Y el espejito, respondió nuevamente:
La Reina es la más hermosa de este lugar.
Pero pasando los bosques,
en la casa de los enanos,
la linda Blancanieves lo es mucho más.
La reina al oír hablar al espejo de ese modo, se estremeció y tembló de cólera.
-Es necesario que Blancanieves muera -exclamó-aunque me cueste la vida a mí misma.
Se dirigió entonces a una habitación escondida y solitaria a la que nadie podía entrar y fabricó una manzana envenenada. Exteriormente parecía buena, blanca y roja y tan bien hecha que tentaba a quien la veía; pero apenas se comía un trocito sobrevenía la muerte. Cuando la manzana estuvo pronta, se pintó la cara, se disfrazó de campesina y atravesó las siete montañas hasta llegar a la casa de los siete enanos.
Golpeó. Blancanieves sacó la cabeza por la ven-tana y dijo:
-No puedo dejar entrar a nadie; los enanos me lo han prohibido.
-No es nada -dijo la campesina- me voy a librar de mis manzanas. Toma, te voy a dar una.
-No-dijo Blancanieves -tampoco debo aceptar nada.
-¿Ternes que esté envenenada? -dijo la vieja-; mi-ra, corto la manzana en dos partes; tú comerás la parte roja y yo la blanca.
La manzana estaba tan ingeniosamente hecha que solamente la parte roja contenía veneno. La be-lla manzana tentaba a Blancanieves y cuando vio a la campesina comer no pudo resistir más, estiró la ma-no y tomó la mitad envenenada. Apenas tuvo un trozo en la boca, cayó muerta.
Entonces la vieja la examinó con mirada horri-ble, rió muy fuerte y dijo.
-Blanca como la nieve, roja como la sangre, ne-gra como el ébano. ¡Esta vez los enanos no podrán reanimarte!
Vuelta a su casa interrogó al espejo:
¡Espejito, espejito de mi habitación!
¿Quién es la más hermosa de esta región? Y el espejo finalmente respondió. La Reina es la más hermosa de esta región.
Entonces su corazón envidioso encontró repo-so, si es que los corazones envidiosos pueden en-contrar alguna vez reposo.
A la noche, al volver a la casa, los enanitos en-contraron a Blancanieves tendida en el suelo sin que un solo aliento escapara de su boca: estaba muerta. La levantaron, buscaron alguna cosa envenenada, aflojaron sus lazos, le peinaron los cabellos, la lava-ron con agua y con vino pelo todo esto no sirvió de nada: la querida niña estaba muerta y siguió están-dolo.
La pusieron en una parihuela. se sentaron junto a ella y durante tres días lloraron. Luego quisieron enterrarla pero ella estaba tan fresca como una per-sona viva y mantenía aún sus mejillas sonrosadas.
Los enanos se dijeron:
-No podemos ponerla bajo la negra tierra. E hi-cieron un ataúd de vidrio para que se la pudiera ver desde todos los ángulos, la pusieron adentro e inscribieron su nombre en letras de oro proclamando que era hija de un rey. Luego expusieron el ataúd en la montaña. Uno de ellos permanecería siempre a su lado para cuidarla. Los animales también vinieron a llorarla: primero un mochuelo, luego un cuervo y más tarde una palomita.
Blancanieves permaneció mucho tiempo en el ataúd sin descomponerse; al contrario, parecía dor-mir, ya que siempre estaba blanca como la nieve, roja como la sangre y sus cabellos eran negros como el ébano.
Ocurrió una vez que el hijo de un rey llegó, por azar, al bosque y fue a casa de los enanos a pasar la noche. En la montaña vio el ataúd con la hermosa Blancanieves en su interior y leyó lo que estaba es-crito en letras de oro.
Entonces dijo a los enanos:
-Dénme ese ataúd; les daré lo que quieran a cambio.
-No lo daríamos por todo el oro del mundo -respondieron los enanos.
-En ese caso -replicó el príncipe- regálenmelo pues no puedo vivir sin ver a Blancanieves. La hon-raré, la estimaré como a lo que más quiero en el mundo.
Al oírlo hablar de este modo los enanos tuvieron piedad de él y le dieron el ataúd. El príncipe lo hizo llevar sobre las espaldas de sus servidores, pero su-cedió que éstos tropezaron contra un arbusto y co-mo consecuencia del sacudón el trozo de manzana envenenada que Blancanieves aún conservaba en su garganta fue despedido hacia afuera. Poco después abrió los ojos, levantó la tapa del ataúd y se irguió, resucitada.
-¡Oh, Dios!, ¿dónde estoy? -exclamó.
-Estás a mi lado -le dijo el príncipe lleno de ale-gría.
Le contó lo que había pasado y le dijo:
-Te amo como a nadie en el mundo; ven conmi-go al castillo de mi padre; serás mi mujer.
Entonces Blancanieves comenzó a sentir cariño por él y se preparó la boda con gran pompa y mag-nificencia.
También fue invitada a la fiesta la madrastra criminal de Blancanieves. Después de vestirse con sus hermosos trajes fue ante el espejo y preguntó:
¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región?
El espejo respondió:
La Reina es la más hermosa de este lugar. Pero la joven Reina lo es mucho más.
Entonces la mala mujer lanzó un juramento y tuvo tanto, tanto miedo, que no supo qué hacer. Al principio no quería ir de ningún modo a la boda. Pero no encontró reposo hasta no ver a la joven reina.
Al entrar reconoció a Blancanieves y la angustia y el espanto que le produjo el descubrimiento la de-jaron clavada al piso sin poder moverse.
Pero ya habían puesto zapatos de hierro sobre carbones encendidos y luego los colocaron delante de ella con tenazas. Se obligó a la bruja a entrar en esos zapatos incandescentes y a bailar hasta que le llegara la muerte.