Un hombre tenía tres hijos, al tercero de los cuales llamaban "El zoquete", que era menospreciado y blanco de las burlas de todos. Un día quiso el mayor ir al bosque a cortar leña; su madre le dio una torta de huevos muy buena y sabrosa y una botella de vino, para que no pasara hambre ni sed. Al llegar al bosque encontróse con un hombrecillo de pelo gris y muy viejo, que lo saludó cortésmente y le dijo:
- Dame un pedacito de tu torta y un sorbo de tu vino. Tengo hambre y sed.
El listo mozo respondió
- Si te doy de mi torta y de mi vino apenas me quedará para mí; sigue tu camino y déjame -y el viejo quedó plantado y siguió adelante. Se puso a cortar un árbol, y al poco rato pegó un hachazo en falso y el hacha se le clavó en el brazo, por lo que tuvo que regresar a su casa a que lo vendasen. Con esta herida pagó su conducta con el hombrecillo.
Partió luego el segundo para el bosque, y, como al mayor, su madre lo proveyó de una torta y una botella de vino. También le salió al paso el viejecito gris, y le pidió un pedazo de torta y un trago de vino. Pero también el hijo segundo le replicó con displicencia:
- Lo que te diese me lo quitaría a mí; ¡sigue tu mí; ¡sigue tu camino! y dejando plantado al anciano, se alejó. No se hizo esperar el castigo. Apenas había asestado un par de hachazos a un tronco cuando se hirió en una pierna, y hubo que conducirlo a su casa.
Dijo entonces "El zoquete":
- Padre, déjame ir al bosque a buscar leña.
- Tus hermanos se han lastimado -contestóle el padre-; no te metas tú en esto, pues no entiendes nada.
Pero el chico insistió tanto, que, al fin, le dijo su padre: -Vete, pues, si te empeñas; a fuerza de golpes ganarás experiencia.
Diole la madre una torta amasada con agua y cocida en las cenizas. y una botella de cerveza agria. Cuando llegó al bosque se encontró igualmente con el hombrecillo gris, el cual lo saludó y dijo:
- Dame un poco de tu torta, y un trago de lo que llevas en la botella, pues tengo hambre y sed.
- No llevo sino una torta cocida en la ceniza y cerveza agria -le respondió "El zoquete"-; si te conformas, sentémonos y comeremos.
Y se sentaron. Y he aquí que cuando el mozo sacó la torta, resultó ser un magnífico pastel de huevos, y la cerveza agria se había convertido en un vino excelente.
- Puesto que tienes buen corazón y eres generoso, te daré suerte. ¿Ves aquel viejo árbol de allí? Pues córtalo; encontrarás algo en la raíz -. Y con estas palabras, el hombrecillo se despidió.
"El zoquete" se encaminó al árbol y lo árbol y lo derribó a hachazos, y al caer apareció en la raíz una oca de plumas de oro puro. Se la llevó consigo y entró en una posada para pasar la noche. El dueño tenía tres hijas, que, al ver la oca, sintieron por ella una gran curiosidad, y el deseo de poseer una de sus plumas de oro. La mayor pensó: "Será mucho que no encuentre una oportunidad para arrancarle una pluma", y, un momento en que el muchacho salió de su cuarto, sujetó la oca por un ala; pero los dedos y la mano se le quedaron pegados a ella. Pronto acudió la segunda, con la idea de llevarse también una pluma de oro; pero no bien tocó a su hermana quedó pegada a ella. Finalmente, fue la tercera con idéntico propósito, y las otras le gritaron:
- ¡Apártate, por Dios Santo, apártate!
Pero ella, no comprendiendo por qué debía apartarse y pensando que si sus hermanas estaban allí, también ella podía estar, se acercó y, apenas hubo tocado a la segunda, quedó asimismo aprisionada sin poder soltarse. Y así tuvieron que pasarse la noche pegadas a la oca.
A la mañana, "El zoquete", cogiendo el animal bajo el brazo, emprendió el camino de su casa, sin preocuparse de las tres muchachas, que lo seguían quieras o no, haciendo eses, según le llevaban a él las piernas. En medio del campo se encontraron con el señor cura, quien, al ver la al ver la comitiva, dijo:
- ¿No os da vergüenza, descaradas, correr de este modo tras este joven en despoblado? ¿Os parece decente?
Y sujetó a la menor por la mano con intención de separarla; pero no bien la tocó, quedó a su vez enganchado y hubo de participar también en la carrera. Al poco rato acertó a pasar el sacristán, y, al ver al señor cura que seguía a las muchachas, sorprendido dijo:
- ¿Y pues, señor cura, adónde va tan de prisa? ¿Se ha olvidado de que hoy tenemos un bautizo? -y corriendo hacia él, lo cogió de la manga, quedando asimismo sujeto. Trotando así los cinco, topáronse con dos labradores que, con sus azadones al hombro, regresaban del campo. Llamólos el cura, pidiéndoles que lo desenganchasen, a él y al sacristán; pero no bien hubieron tocado los hombres a este último, ¡helos también aprisionados! Y ya eran siete los que corrían en pos de "El zoquete" y su oca.
Poco después llegaron a una ciudad, cuyo rey era padre de una hija tan seria y adusta, que nadie, había logrado hacerla reír. Por eso el Rey había hecho pregonar que daría la mano de la princesa al hombre que fuese capaz de provocar su risa. Al enterarse de ello, "El zoquete", arrastrando todo su séquito, se presentó a la hija del Rey, y al ver ella aquella hilera de siete personas corriendo sin parar una tras otra, se echó a reír tan a reír tan fuerte y tan a gusto, que no podía cesar en sus carcajadas. Entonces "El zoquete" la pidió por esposa. Pero el Rey, al que no gustaba aquel yerno, opuso toda clase de objeciones, y, al fin, le dijo que antes debía traerle a un hombre capaz de beberse todo el vino que cabía en la bodega de palacio. Pensó el joven en su hombrecillo del bosque y fue a pedirle ayuda. Y he aquí que en el mismo lugar donde cortara el árbol vio sentado a un individuo en cuyo rostro se pintaba la aflicción. Preguntóle "El zoquete" el motivo de su pesar, y el otro le contestó:
- Sufro de una sed terrible, que no puedo calmar de ningún modo. No puedo con el agua fría, y aunque me he bebido todo un tonel de vino, ¿qué es una gota sobre una piedra ardiente?
- Yo puedo remediar esto -díjole el joven-. Vente conmigo y te prometo que beberás hasta reventar.
Y así diciendo, lo condujo a la bodega real, donde el hombre la emprendió, bebe que te bebe, con las voluminosas cubas, hasta que ya le dolían las caderas, y antes de que se hubiese terminado el día, había vaciado toda la bodega.
"El zoquete" acudió nuevamente a reclamar su novia; pero el Rey, irritado al pensar que un mozalbete que todo el mundo tenía por tonto se hubiese de llevar a su hija, púsole una nueva condición. Antes debía condición. Antes debía encontrar a un hombre capaz de comerse una montaña de pan. No se lo pensó mucho el mozo, sino que se dirigió inmediatamente al bosque, y en el mismo lugar que antes, encontró a un hombre ocupado en apretarse el cinturón y que, con cara compungida, le dijo:
- Me he comido toda una hornada de pan. Pero, ¿qué es esto para un hambre como la que yo tengo? Mi estómago sigue vacío, y no me queda más recurso que apretarme el cinturón para no morirme de hambre.
Díjole "El zoquete" muy contento:
- Vente conmigo y te vas a hartar.
Y lo llevó a la corte del Rey, el cual había mandado reunir toda la harina del reino y cocer con ella una enorme montaña de pan. El hombre del bosque se situó enfrente de ella, empezó a comer, y, al ponerse el sol, aquella enorme mole había desaparecido. Por tercera vez reclamó "El zoquete" a la princesa; pero el Rey, buscando todavía dilaciones, le exigió que le trajera un barco capaz de ir por tierra y por agua.
-En cuanto llegues navegando en él -díjole-, mi hija será tu esposa.
Nuevamente se encaminó el muchacho al bosque, donde lo aguardaba el viejo hombrecillo gris con quien repartiera su torta, y que le dijo:
- Para ti he comido y bebido, y ahora te daré el barco. Todo eso lo hago porque fuiste compasivo conmigo.
Y le dio el barco que iba barco que iba por tierra y por agua; y cuando el Rey lo vio, ya no pudo seguir negándose a entregarle a su hija. Celebróse la boda; a la muerte del Rey, "El zoquete" heredó la corona, y durante largos años vivió feliz con su esposa.
- Dame un pedacito de tu torta y un sorbo de tu vino. Tengo hambre y sed.
El listo mozo respondió
- Si te doy de mi torta y de mi vino apenas me quedará para mí; sigue tu camino y déjame -y el viejo quedó plantado y siguió adelante. Se puso a cortar un árbol, y al poco rato pegó un hachazo en falso y el hacha se le clavó en el brazo, por lo que tuvo que regresar a su casa a que lo vendasen. Con esta herida pagó su conducta con el hombrecillo.
Partió luego el segundo para el bosque, y, como al mayor, su madre lo proveyó de una torta y una botella de vino. También le salió al paso el viejecito gris, y le pidió un pedazo de torta y un trago de vino. Pero también el hijo segundo le replicó con displicencia:
- Lo que te diese me lo quitaría a mí; ¡sigue tu mí; ¡sigue tu camino! y dejando plantado al anciano, se alejó. No se hizo esperar el castigo. Apenas había asestado un par de hachazos a un tronco cuando se hirió en una pierna, y hubo que conducirlo a su casa.
Dijo entonces "El zoquete":
- Padre, déjame ir al bosque a buscar leña.
- Tus hermanos se han lastimado -contestóle el padre-; no te metas tú en esto, pues no entiendes nada.
Pero el chico insistió tanto, que, al fin, le dijo su padre: -Vete, pues, si te empeñas; a fuerza de golpes ganarás experiencia.
Diole la madre una torta amasada con agua y cocida en las cenizas. y una botella de cerveza agria. Cuando llegó al bosque se encontró igualmente con el hombrecillo gris, el cual lo saludó y dijo:
- Dame un poco de tu torta, y un trago de lo que llevas en la botella, pues tengo hambre y sed.
- No llevo sino una torta cocida en la ceniza y cerveza agria -le respondió "El zoquete"-; si te conformas, sentémonos y comeremos.
Y se sentaron. Y he aquí que cuando el mozo sacó la torta, resultó ser un magnífico pastel de huevos, y la cerveza agria se había convertido en un vino excelente.
- Puesto que tienes buen corazón y eres generoso, te daré suerte. ¿Ves aquel viejo árbol de allí? Pues córtalo; encontrarás algo en la raíz -. Y con estas palabras, el hombrecillo se despidió.
"El zoquete" se encaminó al árbol y lo árbol y lo derribó a hachazos, y al caer apareció en la raíz una oca de plumas de oro puro. Se la llevó consigo y entró en una posada para pasar la noche. El dueño tenía tres hijas, que, al ver la oca, sintieron por ella una gran curiosidad, y el deseo de poseer una de sus plumas de oro. La mayor pensó: "Será mucho que no encuentre una oportunidad para arrancarle una pluma", y, un momento en que el muchacho salió de su cuarto, sujetó la oca por un ala; pero los dedos y la mano se le quedaron pegados a ella. Pronto acudió la segunda, con la idea de llevarse también una pluma de oro; pero no bien tocó a su hermana quedó pegada a ella. Finalmente, fue la tercera con idéntico propósito, y las otras le gritaron:
- ¡Apártate, por Dios Santo, apártate!
Pero ella, no comprendiendo por qué debía apartarse y pensando que si sus hermanas estaban allí, también ella podía estar, se acercó y, apenas hubo tocado a la segunda, quedó asimismo aprisionada sin poder soltarse. Y así tuvieron que pasarse la noche pegadas a la oca.
A la mañana, "El zoquete", cogiendo el animal bajo el brazo, emprendió el camino de su casa, sin preocuparse de las tres muchachas, que lo seguían quieras o no, haciendo eses, según le llevaban a él las piernas. En medio del campo se encontraron con el señor cura, quien, al ver la al ver la comitiva, dijo:
- ¿No os da vergüenza, descaradas, correr de este modo tras este joven en despoblado? ¿Os parece decente?
Y sujetó a la menor por la mano con intención de separarla; pero no bien la tocó, quedó a su vez enganchado y hubo de participar también en la carrera. Al poco rato acertó a pasar el sacristán, y, al ver al señor cura que seguía a las muchachas, sorprendido dijo:
- ¿Y pues, señor cura, adónde va tan de prisa? ¿Se ha olvidado de que hoy tenemos un bautizo? -y corriendo hacia él, lo cogió de la manga, quedando asimismo sujeto. Trotando así los cinco, topáronse con dos labradores que, con sus azadones al hombro, regresaban del campo. Llamólos el cura, pidiéndoles que lo desenganchasen, a él y al sacristán; pero no bien hubieron tocado los hombres a este último, ¡helos también aprisionados! Y ya eran siete los que corrían en pos de "El zoquete" y su oca.
Poco después llegaron a una ciudad, cuyo rey era padre de una hija tan seria y adusta, que nadie, había logrado hacerla reír. Por eso el Rey había hecho pregonar que daría la mano de la princesa al hombre que fuese capaz de provocar su risa. Al enterarse de ello, "El zoquete", arrastrando todo su séquito, se presentó a la hija del Rey, y al ver ella aquella hilera de siete personas corriendo sin parar una tras otra, se echó a reír tan a reír tan fuerte y tan a gusto, que no podía cesar en sus carcajadas. Entonces "El zoquete" la pidió por esposa. Pero el Rey, al que no gustaba aquel yerno, opuso toda clase de objeciones, y, al fin, le dijo que antes debía traerle a un hombre capaz de beberse todo el vino que cabía en la bodega de palacio. Pensó el joven en su hombrecillo del bosque y fue a pedirle ayuda. Y he aquí que en el mismo lugar donde cortara el árbol vio sentado a un individuo en cuyo rostro se pintaba la aflicción. Preguntóle "El zoquete" el motivo de su pesar, y el otro le contestó:
- Sufro de una sed terrible, que no puedo calmar de ningún modo. No puedo con el agua fría, y aunque me he bebido todo un tonel de vino, ¿qué es una gota sobre una piedra ardiente?
- Yo puedo remediar esto -díjole el joven-. Vente conmigo y te prometo que beberás hasta reventar.
Y así diciendo, lo condujo a la bodega real, donde el hombre la emprendió, bebe que te bebe, con las voluminosas cubas, hasta que ya le dolían las caderas, y antes de que se hubiese terminado el día, había vaciado toda la bodega.
"El zoquete" acudió nuevamente a reclamar su novia; pero el Rey, irritado al pensar que un mozalbete que todo el mundo tenía por tonto se hubiese de llevar a su hija, púsole una nueva condición. Antes debía condición. Antes debía encontrar a un hombre capaz de comerse una montaña de pan. No se lo pensó mucho el mozo, sino que se dirigió inmediatamente al bosque, y en el mismo lugar que antes, encontró a un hombre ocupado en apretarse el cinturón y que, con cara compungida, le dijo:
- Me he comido toda una hornada de pan. Pero, ¿qué es esto para un hambre como la que yo tengo? Mi estómago sigue vacío, y no me queda más recurso que apretarme el cinturón para no morirme de hambre.
Díjole "El zoquete" muy contento:
- Vente conmigo y te vas a hartar.
Y lo llevó a la corte del Rey, el cual había mandado reunir toda la harina del reino y cocer con ella una enorme montaña de pan. El hombre del bosque se situó enfrente de ella, empezó a comer, y, al ponerse el sol, aquella enorme mole había desaparecido. Por tercera vez reclamó "El zoquete" a la princesa; pero el Rey, buscando todavía dilaciones, le exigió que le trajera un barco capaz de ir por tierra y por agua.
-En cuanto llegues navegando en él -díjole-, mi hija será tu esposa.
Nuevamente se encaminó el muchacho al bosque, donde lo aguardaba el viejo hombrecillo gris con quien repartiera su torta, y que le dijo:
- Para ti he comido y bebido, y ahora te daré el barco. Todo eso lo hago porque fuiste compasivo conmigo.
Y le dio el barco que iba barco que iba por tierra y por agua; y cuando el Rey lo vio, ya no pudo seguir negándose a entregarle a su hija. Celebróse la boda; a la muerte del Rey, "El zoquete" heredó la corona, y durante largos años vivió feliz con su esposa.
Жил да был на свете человек, у которого было три сына, и самый младший из них звался Дурнем, и все его презирали и осмеивали и при каждом удобном случае обижали.
Случилось однажды, что старший должен был идти в лес дрова рубить, и мать дала ему про запас добрый пирог и бутылку вина, чтобы он не голодал и жажды не знал.
Когда он пришел в лес, повстречался ему старый седенький человечек, пожелал ему доброго утра и сказал: "Я голоден, и жажда меня мучит - дай мне отведать кусочек твоего пирога и выпить глоток твоего вина".
Умный сын отвечал: "Коли я дам тебе отведать своего пирога да отхлебнуть своего вина, так мне и самому ничего не останется. Проваливай!" - и, не обращая на человечка внимания, пошел себе далее.
Когда же он стал обтесывать одно дерево, то вскоре ударил как-то топором мимо да попал по своей же руке так неловко, что должен был уйти домой и перевязать свою руку. Так отплатил ему маленький седенький человечек за его скупость.
Затем пошел второй сын в лес, и мать точно так же, как старшему, дала и этому про запас пирог и бутылку вина. И ему тоже повстречался старенький, седенький человечек и стал у него просить кусочек пирога и глоток вина.
Но и второй сын отвечал ему весьма разумно: "То, что я тебе отдам, у меня убудет, проваливай!" - и, не оглядываясь на человечка, пошел своей дорогой.
И он был также за это наказан: едва успел он сделать удар-другой по дереву, как рубанул себе по ноге, да так, что его должны были снести домой на руках.
Тогда сказал Дурень: "Батюшка, дозволь мне разочек в лес сходить, дров порубить". - "Что ты в этом смыслишь? Вот братья твои и поумнее тебя, да какого себе ущерба наделали! Не ходи!"
Дурень однако же просил да просил до тех пор, пока отец не сказал: "Да ну, ступай! Авось тебя твоя беда уму-разуму научит!" А мать про запас только и дала ему, что лепешку, на воде в золе выпеченную, да бутылку прокисшего пива.
Пришел он в лес, и ему тоже повстречался старенький, седенький человечек и сказал: "Мне и есть и пить хочется, дай мне кусочек твоей лепешки и глоточек твоего питья".
Дурень и ответил ему: "Да у меня только и есть, что лепешка, на воде замешанная, а в бутылке прокисшее пиво; коли это тебе любо, так сядем да поедим вместе".
Вот и уселись они, и каково же было удивление Дурня, когда он полез за пазуху за своею лепешкою, а вынул отличный пирог, откупорил бутылку, а в бутылке вместо прокисшего пива оказалось доброе винцо!
Попили они, поели, и сказал человечек Дурню: "Сердце у тебя доброе, и ты со мною охотно поделился всем, что у тебя было; за то и я хочу тебя наделить счастьем. Вот стоит старое дерево; сруби его и в корневище найдешь подарок".
Затем человечек распрощался с Дурнем.
Пошел Дурень к дереву, подрубил его и, когда оно упало, увидел в корневище дерева золотого гуся. Поднял он гуся, захватил с собою и зашел по пути в гостиницу, где думал переночевать.
У хозяина той гостиницы было три дочери; как увидели они золотого гуся, так и захотелось им посмотреть поближе, что это за диковинная птица, и добыть себе хоть одно из ее золотых перышек.
Старшая подумала: "Уж я улучу такую минутку, когда мне можно будет выхватить у него перышко", - и при первом случае, когда Дурень куда-то отлучился, она и ухватила гуся за крыло…
Но увы! И пальцы, и вся рука девушки так и пристали к крылу, словно припаянные!
Вскоре после того подошла и другая; она тоже только о том и думала, как бы ей добыть себе золотое перышко, но едва только она коснулась своей сестры, как приклеилась к ней, так что и оторваться не могла.
Наконец подошла и третья с тем же намерением; и хоть сестры кричали ей, чтобы она не подходила и не прикасалась, но она их не послушалась.
Она подумала, что коли они там при гусе, так отчего же и ей там тоже не быть?
И подбежала, и чуть только коснулась своих сестер, как и прилипла к ним.
Так должны были они всю ночь провести с гусем. На другое утро Дурень подхватил гуся под мышку и пошел своею дорогою, нимало не тревожась о том, что вслед за гусем волоклись и три девушки, которые к гусю приклеились.
Среди поля на дороге повстречался им пастор, и когда увидел это странное шествие, то сказал: "Да постыдитесь же, дрянные девчонки! Как вам не совестно бежать следом за этим молодым парнем? Разве так-то водится?"
При этом он схватил младшую за руку и хотел отдернуть; но едва он коснулся ее, как и прилип к ее руке, и сам был вынужден бежать за тремя девушками.
Немного спустя повстречался им причетник и не без удивления увидел господина пастора, который плелся следом за девушками. Он тотчас крикнул: "Э, господин пастор, куда это вы так поспешно изволите шествовать? Не забудьте, что нам с вами еще придется крестить сегодня", - и он тоже подбежал к пастору, и ухватил было его за рукав, но так и прилип к рукаву…
Когда они все пятеро плелись таким образом вслед за гусем, повстречались им еще два мужика, которые возвращались с поля с заступами на плече. Пастор подозвал их и попросил как-нибудь освободить его и причетника из этой связки. Но едва только те коснулись причетника, как и они пристали к связке, и таким образом их уже побежало семеро за Дурнем и его гусем.
Так пришли они путем-дорогою в город, где правил король, у которого дочь была такая задумчивая, что ее никто ничем рассмешить не мог. Вот и издал король указ, по которому тот, кому удалось бы рассмешить королевскую дочь, должен был и жениться на ней.
Дурень, прослышав о таком указе, тотчас пошел со своим гусем и всей свитой к королевской дочке, и когда та увидела этих семерых человек, которые бежали за гусем, она разразилась громким смехом и долго не могла уняться.
Тогда Дурень потребовал, чтобы она была выдана за него замуж, но будущий зять королю не понравился, он стал придумывать разные увертки, и наконец сказал, что отдаст за него дочь только тогда, когда он приведет ему такого опивалу, который бы мог один целый погреб выпить.
Дурень вспомнил о седеньком человечке, который, конечно, мог ему в этой беде оказать помощь, пошел в тот же лес и на том месте, где он срубил дерево, увидел того же самого человечка, и сидел он там очень грустный.
Дурень спросил его, что у него за горе на сердце. Тот отвечал: "Меня томит такая жажда, что я ее ничем утолить не могу; холодной воды у меня желудок не переносит; а вот бочку вина я выпил; но что значит эта капля, коли выплеснешь ее на раскаленный камень?" - "Ну, так я могу тебе в горе пособить, - сказал Дурень, - пойдем со мною, и я утолю твою жажду".
Он привел человечка в королевский погреб, и тот набросился на большие бочки вина, и пил-пил, так что у него и пятки от питья раздуло, и прежде чем миновали сутки, успел уже осушить весь погреб.
Дурень вторично потребовал у короля свою невесту, но король рассердился на то, что дрянной парнишка, которого каждый называл Дурнем, смел думать о женитьбе на его дочери; поэтому король поставил новые условия: прежде, чем жениться на королевне. Дурень должен был добыть ему такого объедалу, который бы мог один съесть целую гору хлеба.
Дурень, недолго думая, прямо направился в лес, там увидел он на том же месте человечка, который подтягивал себе что есть мочи живот ремнем и корчил весьма печальную рожу, приговаривая: "Вот сейчас съел я полнехоньку печь ситного хлеба, но что может значить этот пустяк, когда такой голод мучит! Желудок у меня пустехонек, и вот я должен стягивать себе живот ремнем как можно туже, чтобы не околеть с голоду".
Дурень-то и обрадовался, услышав эти речи. "Пойдем со мною, - сказал он, - я тебя накормлю досыта".
Он повел человечка ко двору короля, который велел свезти всю муку со своего королевства и приказал испечь из той муки огромную хлебную гору; но лесной человек как пристал к той горе, принялся есть, и горы в один день как не бывало!
Тогда Дурень в третий раз стал требовать у короля свою невесту, а король еще раз постарался увильнуть и потребовал, чтобы Дурень добыл такой корабль, который и на воде, и на земле может одинаково двигаться: "Как только ты ко мне на том корабле приплывешь, - сказал король, - так тотчас и выдам за тебя мою дочь замуж".
Дурень прямехонько прошел в лес, увидел сидящего там седенького человечка, с которым он поделился своею лепешкою, и тот сказал ему: "Я за тебя и пил, и ел, я же дам тебе и такой корабль, какой тебе нужен; все это я делаю потому, что ты был ко мне жалостливым и сострадательным".
Тут и дал он ему такой корабль, который и по земле, и по воде мог одинаково ходить, и когда король тот корабль увидел, он уж не мог Дурню долее отказывать в руке своей дочери.
Свадьба была сыграна торжественно, а по смерти короля Дурень наследовал все его королевство и долгое время жил со своею супругою в довольстве и в согласии.