En cierta ocasión, Gallinita y Gallito fueron al monte de los nogales y convinieron en que el que encontrase una nuez la partiría con el otro. He aquí que Gallinita encontró una muy grande, pero no dijo nada, pues quería comérsela ella sola. Pero tanto abultaba la nuez, que no pudo tragársela y se le quedó atragantada. Estaba ella en gran apuro, pues temía ahogarse, y gritó:
- ¡Gallito, por favor, corre cuanto puedas y tráeme agua, pues me ahogo!
Gallito echó a correr, tan rápidamente como pudo, hacia la fuente, y, al llegar a ella, le dijo:
- Fuente, dame agua; Gallinita está en la nogaleda, se le ha atragantado una nuez muy gorda y se está ahogando.
Respondióle la fuente:
- Corre antes en busca de la novia, y dile que te dé seda colorada.
Corrió Gallito a la novia.
- Novia, dame seda colorada, que la llevaré a la fuente, y ella me dará agua para llevar a Gallinita, la cual está en la nogaleda con una nuez atragantada y a punto de asfixiarse.
Respondióle la fuente:
- Corre primero a buscarme una guirnaldita que se me quedó colgada del sauce.
Y corrió Gallito al sauce y, descolgando la guirnalda de una rama, llevóla a la novia; y la novia le dio seda colorada, y, al entregarle la seda colorada, diole agua la fuente. Gallito llevó entonces el agua a Gallinita, pero ya era tarde; cuando llegó, tarde; cuando llegó, Gallinita, asfixiada, estaba tendida en el suelo, inmóvil. Quedó Gallito tan triste, que prorrumpió en amargo llanto, y, al oírlo, todos los animales acudieron a compartir su dolor. Y seis ratones construyeron un cochecito para conducir a Gallinita a su última morada; y cuando el cochecito estuvo listo, se engancharon a él, y Gallito se puso de cochero. Pero en el camino se les presentó la zorra:
- ¿Adónde vas, Gallito?
- A enterrar a Gallinita.
- ¿Me dejas que te acompañe en el coche?
"Sí, pero detrás tendrás que sentarte,
o mis caballitos no podrán llevarte".
Sentóse la zorra detrás, y, sucesivamente, subieron el lobo, el oso, el ciervo, el león y todos los animales del bosque. Y así continuó la comitiva hasta llegar a un arroyo.
- ¿Cómo lo cruzaremos? - preguntó Gallito.
He aquí que había allí una paja, la cual dijo:
- Me echaré de través y podréis pasar por encima de mí.
Pero no bien los seis ratones hubieron llegado al centro del puente, hundióse la paja, cayéndose al río, y, con ella, los seis ratones, que se ahogaron. Ante el apuro, acercóse una brasa de carbón y dijo:
- Yo soy lo bastante larga para llegar de una orilla a la otra, pasaréis sobre mí.
Y se atravesó encima del agua; pero, habiendo tenido la desgracia de tocarla un poco, dejó oír un siseo y quedó muerta.
Al verlo una piedra, sintió compasión y, deseosa de ayudar a Gallito, púsose a Gallito, púsose a su vez sobre el agua. Uncióse el propio Gallito al coche, y cuando ya casi tenía a Gallinita en suelo firme, al disponerse a arrastrar a los que iban detrás, como era excesivo el peso de todos, desplomóse el coche y todos cayeron al agua y se ahogaron. Gallito se quedó solo con Gallinita; cavóle una sepultura, la enterró en ella y erigióle un túmulo encima. Posándose luego en su cumbre, estuvo llorándola hasta que se murió. Y helos aquí muertos a todos.
- ¡Gallito, por favor, corre cuanto puedas y tráeme agua, pues me ahogo!
Gallito echó a correr, tan rápidamente como pudo, hacia la fuente, y, al llegar a ella, le dijo:
- Fuente, dame agua; Gallinita está en la nogaleda, se le ha atragantado una nuez muy gorda y se está ahogando.
Respondióle la fuente:
- Corre antes en busca de la novia, y dile que te dé seda colorada.
Corrió Gallito a la novia.
- Novia, dame seda colorada, que la llevaré a la fuente, y ella me dará agua para llevar a Gallinita, la cual está en la nogaleda con una nuez atragantada y a punto de asfixiarse.
Respondióle la fuente:
- Corre primero a buscarme una guirnaldita que se me quedó colgada del sauce.
Y corrió Gallito al sauce y, descolgando la guirnalda de una rama, llevóla a la novia; y la novia le dio seda colorada, y, al entregarle la seda colorada, diole agua la fuente. Gallito llevó entonces el agua a Gallinita, pero ya era tarde; cuando llegó, tarde; cuando llegó, Gallinita, asfixiada, estaba tendida en el suelo, inmóvil. Quedó Gallito tan triste, que prorrumpió en amargo llanto, y, al oírlo, todos los animales acudieron a compartir su dolor. Y seis ratones construyeron un cochecito para conducir a Gallinita a su última morada; y cuando el cochecito estuvo listo, se engancharon a él, y Gallito se puso de cochero. Pero en el camino se les presentó la zorra:
- ¿Adónde vas, Gallito?
- A enterrar a Gallinita.
- ¿Me dejas que te acompañe en el coche?
"Sí, pero detrás tendrás que sentarte,
o mis caballitos no podrán llevarte".
Sentóse la zorra detrás, y, sucesivamente, subieron el lobo, el oso, el ciervo, el león y todos los animales del bosque. Y así continuó la comitiva hasta llegar a un arroyo.
- ¿Cómo lo cruzaremos? - preguntó Gallito.
He aquí que había allí una paja, la cual dijo:
- Me echaré de través y podréis pasar por encima de mí.
Pero no bien los seis ratones hubieron llegado al centro del puente, hundióse la paja, cayéndose al río, y, con ella, los seis ratones, que se ahogaron. Ante el apuro, acercóse una brasa de carbón y dijo:
- Yo soy lo bastante larga para llegar de una orilla a la otra, pasaréis sobre mí.
Y se atravesó encima del agua; pero, habiendo tenido la desgracia de tocarla un poco, dejó oír un siseo y quedó muerta.
Al verlo una piedra, sintió compasión y, deseosa de ayudar a Gallito, púsose a Gallito, púsose a su vez sobre el agua. Uncióse el propio Gallito al coche, y cuando ya casi tenía a Gallinita en suelo firme, al disponerse a arrastrar a los que iban detrás, como era excesivo el peso de todos, desplomóse el coche y todos cayeron al agua y se ahogaron. Gallito se quedó solo con Gallinita; cavóle una sepultura, la enterró en ella y erigióle un túmulo encima. Posándose luego en su cumbre, estuvo llorándola hasta que se murió. Y helos aquí muertos a todos.
Eens op een keer gingen het hennetje en het haantje naar de notenberg, en ze spraken af, wie een noot vond, moest die met de ander delen. Nu vond het hennetje een grote, dikke noot, maar ze zei er niks van en wilde die alleen opeten. Maar de noot was zo dik, dat ze die niet door kon slikken en zij in haar hals bleef steken, en ze werd bang dat ze zou stikken. Toen riep het hennetje: "Haantje, ik smeek je, loop wat je lopen kunt en haal wat water, want anders stik ik!"
En het haantje liep wat het lopen kon, naar de bron toe en zei: "Bron, wil je water geven, hennetje ligt op de notenberg, heeft een grote noot opgeslokt en zal nog stikken." De bron antwoordde: "Loop eerst naar de bruid en laat je rode zijde geven."
Het haantje liep naar de bruid: "Bruid, je moet rode zijde geven, rode zijde moet ik aan de bron geven, de bron moet me water geven, 't water moet ik 't hennetje geven, hennetje ligt op de notenberg, heeft een grote noot opgeslokt en zal nog stikken!" De bruid antwoordde: "Ga me eerst mijn kransje halen, dat bleef aan de wilg hangen."
Toen liep het haantje naar de wilg en trok het kransje van de tak en bracht het aan de bruid, en de bruid gaf hem rode zijde, en die bracht hij aan de bron, en de bron gaf water.
Toen bracht het haantje 't water naar het hennetje, maar toen hij bij haar aankwam, was het hennetje al gestikt en lag dood en bewoog niet meer. Toen werd het haantje zo treurig, dat het luid ging huilen, en toen kwamen alle dieren er aan en weeklaagden over het hennetje, en zes muizen bouwden een wagentje om het hennetje daarin naar 't graf te brengen, en toen de wagen klaar was, spanden ze zich ervoor, en het haantje ging op de bok. Maar onderweg kwam de vos: "Waar wil je heen, haantje?" - "Ik wil mijn hennetje begraven!" - "Mag ik mee?"
"Ja, maar achter op de wagen,
Vóór kunnen de paardjes je niet dragen."
En toen ging de vos er achterop zitten, en dan de wolf, en dan de beer, en dan het hert, en de leeuw en alle dieren van het hele bos. Zo ging de rit voort, en toen kwamen ze bij een beek. "Hoe moeten we nu over?" zei het haantje.
Vóór kunnen de paardjes je niet dragen."
En toen ging de vos er achterop zitten, en dan de wolf, en dan de beer, en dan het hert, en de leeuw en alle dieren van het hele bos. Zo ging de rit voort, en toen kwamen ze bij een beek. "Hoe moeten we nu over?" zei het haantje.
Daar lag een strootje bij de beek, en het zei: "Ik zal er wel dwars over gaan liggen, dan kun je over me heen rijden." Maar toen de zes muizen op de brug kwamen, gleed de strohalm uit en 't water in, en de zes muizen vielen er allemaal in en verdronken. Toen was goede raad weer duur, maar toen kwam er een kooltje vuur en dat zei: "Ik ben groot genoeg, ik zal er overheen gaan liggen en dan kun je over mij heen rijden."
Het kooltje vuur legde zich ook over het water, maar ze raakte het helaas even aan, en toen siste het, ging uit, en was dood. Toen zag een steen dat, hij had medelijden, wilde het haantje helpen en ging over het water liggen. Nu trok het haantje zelf de wagen, maar toen hij hem al gauw aan de overkant had, en hij met 't dode hennetje al op 't land was en de anderen, die achterop zaten ook wou optrekken, toen waren er dat te veel geworden, en de wagen rolde terug, en alles tuimelde over elkaar heen het water in en verdronken.
Nu was het haantje nog maar alleen met de dode hennetje, en hij groef haar een grafje en legde haar erin en hij wierp er een grafheuvel over heen, en daar ging hij op zitten en treurde zo lang, tot hij ook stierf; en toen was alles dood!