La zorra y los gansos


La volpe e le oche


Llegó un día una zorra a un prado donde había una manada de gansos gordos y hermosos y, echándose a reír, dijo:
- Llego a punto, pues os encuentro a todos reunidos tan lindamente, para merendarme uno tras otro.
Los gansos, asustadísimos, pusieron el grito en el cielo, se alborotaron y se deshicieron en lamentaciones y súplicas. Pero la zorra, cerrando los oídos a sus voces y quejas, dijo:
- ¡No hay piedad, moriréis todos!
Al fin, una de las aves cobró ánimos y suplicó:
- Puesto que, infelices de nosotros, hemos de renunciar a la vida, a pesar de nuestra juventud, concédenos siquiera la gracia de rezar una oración para que no muramos en pecado. Después nos colocaremos en fila para que puedas elegir a los más gordos.
- Bueno - admitió la zorra, - esto es de razón y, además, es una petición piadosa. Orad y aguardaré.
Entonces comenzó el primero a entonar una larga plegaria repitiendo "¡guac! ¡guac! ¡guac!", y, como nunca terminaba, el segundo, sin aguardar su turno, empezó a su vez: "¡guac! ¡guac! ¡guac!", y siguieron luego el tercero y el cuarto, hasta que se pusieron todos a graznar a la vez.
(Y cuando hayan terminado su oración, proseguiremos el cuento, porque hasta ahora siguen rezando.)
Un giorno una volpe capitò in un prato dove si trovava un branco di oche belle grasse, e ridendo disse: "Arrivo proprio a proposito: ve ne state qui tutte insieme, così posso divorarvi una dopo l'altra." Le oche si misero a starnazzare, saltarono su e incominciarono a lamentarsi e a chiedere grazia. Ma la volpe disse: "Nessuna pietà, dovete morire." Finalmente una delle oche si fece coraggio e disse: "Se dobbiamo proprio perdere la nostra giovane vita, concedici almeno una grazia: permettici di dire una preghiera, perché‚ non moriamo nel peccato; poi ci metteremo in fila perché‚ tu possa sceglierti via via la più grassa." – "Sì," rispose la volpe, "è ben poca cosa ed è un desiderio pio: pregate, io aspetterò." Allora la prima incominciò una preghiera ben lunga: "Qua, qua!" E siccome non la voleva smettere, la seconda non aspettò il suo turno, e anche lei incominciò: "Qua, qua!"
(Quando tutte avranno finito di pregare, continueremo la storia, ma, per adesso, pregano ancora.)