En Suiza vivía una vez un viejo conde que tenía sólo un hijo, que era tonto de remate e incapaz de aprender nada. Díjole el padre: - Mira, hijo: por mucho que me esfuerzo, no logro meterte nada en la cabeza. Tendrás que marcharte de casa; te confiaré a un famoso maestro; a ver si él es más afortunado. El muchacho fue enviado a una ciudad extranjera, y permaneció un año junto al maestro. Transcurrido dicho tiempo, regresó a casa, y su padre le preguntó: - ¿Qué ...
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