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Cuentos de Grimm
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Cuentos de Grimm: Cuentos infantiles y del hogar
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La llave de oro
Un día de invierno en que una espesa capa de nieve cubría la tierra, un pobre muchacho hubo de salir a buscar leña con un trineo. Una vez la hubo recogido y cargado, sintió tanto frío, que antes de regresar a casa quiso encender fuego y calentarse un poquitín. Al efecto apartó la nieve, y debajo, en el suelo, encontró una llavecita de oro.
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201
San José en el bosque
Érase una vez una madre que tenía tres hijas; la mayor era mala y displicente; la segunda, pese a sus defectos, era ya mucho mejor, y la tercera, un dechado de piedad y de bondad.
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202
Los doce apóstoles
Trescientos años antes del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, vivía una madre que tenía doce hijos. Y era tan pobre y estaba tan necesitada, que no sabía cómo seguir manteniéndolos. Rezaba todos los días a Dios pidiéndole la gracia de que sus hijos se encontrasen en la Tierra cuando viniera a ella el prometido Mesías.
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203
La rosa
Érase una mujer pobre que tenía dos hijos, el menor de los cuales había de salir todos los días al bosque a buscar leña. Ya adentrado mucho en él, salióle al encuentro un niño muy pequeño que, acercándosele sin miedo, lo ayudó diligentemente a recoger la leña y a transportarla a casa; y, al llegar a la puerta, desapareció. El muchachito lo contó a su madre, pero ella se negó a creerlo.
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204
La pobreza y la humildad llevan al cielo
Érase un príncipe que salió a pasear por el campo. Andaba triste y pensativo, y al levantar la mirada al cielo y verlo tan azul y sereno, exclamó con un suspiro: - ¡Qué bien debe uno sentirse allá arriba! -. Viendo luego a un pobre anciano que venía por el camino, le dijo: - ¿Cómo podría yo llegar al cielo? - Con pobreza y humildad - le respondió el viejo -.
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205
El divino manjar
Hubo un tiempo en que vivían dos hermanas: una, rica y sin hijos; la otra, viuda con cinco hijos, y tan pobre, que no tenía pan para dar de comer a sus pequeños. Agobiada por la necesidad, fue a casa de su hermana y le dijo: - Mis hijos padecen hambre; tú, que eres rica, puedes darme un poco de pan.
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206
Las tres ramas verdes
Érase una vez un ermitaño que vivía en un bosque, al pie de una montaña, ocupado sólo en la oración y las buenas obras; y cada anochecer, por amor de Dios, llevaba unos cubos de agua a la cumbre del monte. Muchos animales calmaban en ella la sed, y muchas plantas se refrescaban, pues en las alturas soplaba constantemente un fuerte viento que resecaba el aire y el suelo.
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207
La copita de la Virgen
A un carretero se le había atascado el carro, que llevaba cargado de vino, y de ninguna manera podía sacarlo adelante. En esto acertó a pasar la Santísima Virgen y, al observar el apuro del carretero, le dijo: - Estoy cansada y sedienta; dame un vaso de vino y te sacaré el carro del atolladero. - Bien a gusto lo haría - respondió el hombre -, pero no tengo ningún vaso en que echar el vino.
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208
La viejecita
En una gran ciudad, una pobre anciana estaba, por la noche, sola en su habitación; pensaba en cómo había perdido, primero, a su marido, luego a sus dos hijos y, poco a poco, a todos sus parientes y amigos; aquel mismo día había perdido al último, quedándose sola y abandonada del mundo entero.
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209
Las bodas celestiales
Un pobre mozo campesino oyó un día en la iglesia predicar al señor cura: - Quien quiera ir al cielo, debe seguir siempre el camino recto. El muchacho se puso, pues, en camino, siempre adelante, sin jamás torcer, a través de montes y valles. Al fin, llegó a una gran ciudad y fue a parar a la iglesia, donde se celebraba el divino oficio.
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210
La vara de avellano
Una tarde en que el Niño Jesús se había dormido en su cunita, entró su Madre y, contemplándolo, llena de ternura, le dijo: - ¿Te has dormido, Hijo mío? Duerme tranquilo, mientras yo voy al bosque a buscarte un puñado de fresas. Sé que te gustarán cuando despiertes.
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